No se trata de dinero, es un tema de lealtad y profesionalismo. De decir la verdad frontalmente, sin engaños y sobre todo con honestidad. Francisco Gabriel de Anda llegó a Chivas y, por más que presumía que Matías Almeyda era el entrenador ideal, sabía en el fondo que las órdenes de José Luis Higuera había que cumplirlas; una farsa más en el equipo más popular de este país.
Un cáncer que, si no estás de acuerdo, o alineado a sus ideas banales e ilógicas, hace lo posible para destruir; así opera Chivas desde que llegó Higuera a la organización. Ese cáncer cobró a una víctima más, con la grandísima diferencia de que Almeyda es el bien querido por los aficionados al Guadalajara , por los jugadores y por quienes respetan la figura de un entrenador que le regresó títulos a sus vitrinas.
Directivos que juegan con fuego, que no midieron que en sus planes de cansar a Almeyda hasta reventarlo, no solamente está el entrenador argentino; hay muchos más que, en el interior, no los toleran.
Lo más preocupante del asunto es que de la familia Vergara, cuando por fin apareció el heredero para encarar la responsabilidad del equipo, éste se fue esfumando, prefiriendo un estilo de vida con menos responsabilidad y dejando en sus empleados el destino del equipo. Parece que el futbol sólo les importa para aparecer en los medios, porque no hacen nada para frenar el descontrol directivo que viven.
Jorge Vergara
inició con mucha fuerza su camino en el futbol, pero si ya no le interesa, debe vender al equipo. No es justo para los cientos de miles de aficionados observar cómo directivos, empleados del dueño de Omnilife, se han convertido en los caciques de Chivas, operando conforme a sus intereses personales, nunca grupales. La fanfarronería es su modelo de trabajo y se llevan el prestigio a la basura.
Chivas no merece esto, no, así no. Lo de Almeyda es solamente una mínima parte de los pésimos manejos de un equipo y que incongruentemente con los conceptos que vertía Gabriel de Anda en ESPN, ahora opera aplicando todo lo contrario a lo que defendía a ultranza como comentarista. Una simple lectura de que le debe hacer caso a su jefe, aunque en teoría no esté de acuerdo con las órdenes. Cuántos y cuántos programas de televisión en los que defendió a Almeyda , en los que gritaba que en un equipo como éste eran necesarios refuerzos pese a ser campeones de Liga, y así podemos seguir enumerando conceptos, ninguno de ellos aplicados en la realidad.
Pobres Chivas, lo que era un lujo para quienes viven del futbol mexicano ahora se ha convertido en una institución en la que pocos desean trabajar. No pagan premios, las gestiones deportivas las realizan con el hígado y en vez de pensar arriba, están muy abajo de lo que necesita este importante equipo de futbol.
No es cuestión económica, sino de sentido común, ese que no se ha aplicado en el equipo menos consistente del futbol mexicano en sus oficinas. Es terrible pensar que muchos prefieren ir a cualquier otro equipo antes que a Chivas, lo que otrora era el máximo orgullo para un mexicano.
@gvlo2008