El futbol no merece entregar esas imágenes, como las de Diego Armando Maradona ayer en el estadio de San Petersburgo . Se trata de un señor que se cree el dueño de este deporte en el mundo, pero lo único que hace es el ridículo y hasta da lástima.

Maradona

no es el personaje que deba ser el referente del futbol mundial. Es penoso que la FIFA l o deje hacer lo que se le pegue su reverenda gana y lo único que esté logrando es poner la imagen del balompié por los suelos, porque si este hombres es considerado el mejor jugador de todos los tiempos y se le ve fumando en los estadios, donde no está permitido hacerlo, insultando a diestra y siniestra, además de mostrando nula educación, pero sobre todo, evidenciando que sigue con problemas de adicciones, lo único que hace es empañar la imagen de una Copa Mundial que representa los valores más altos de la deportividad, como la pasión, entendiendo que perder, empatar o ganar es parte de este deporte, pero también entendiendo que siempre debe entregarse una buena imagen a los cientos de millones de niños que siguen esta competencia, porque —en muchas ocasiones— lamentablemente los futbolistas o quienes lo fueron son tomados como modelos a seguir por quienes sueñan jugar al futbol.

Esto no es el ejemplo que debe dar este deporte. Por eso, si Gianni Infantino —presidente de la FIFA — no tiene una doble moral, debe expulsarlo de la Copa del Mundo, no volverlo a dejar entrar a un estadio, porque no se puede hablar de honestidad y transparencia en el futbol, y de los valores del juego limpio, mostrando mañana, tarde y noche a Diego Armando Maradona en las transmisiones de la televisión que la propia FIFA controla.

No más Maradona en el futbol. No por haber ganado un Mundial en México 1986, quiere decir que sea el dueño del futbol, porque si ese señor lo es, este deporte está podrido, y la verdad es que hemos vivido una Copa del Mundo extraordinaria en todos los aspectos para que sea manchada por un tipejo de esta categoría.

Argentina

está en octavos de final y jugará contra Francia en Kazán , donde esperamos —por el bien de la imagen de este deporte— no ver a Maradona y que sea la Albiceleste la protagonista, no los grotescos gestos de un hombre desquiciado por el poder, enfermo y que solamente ensucia a su propia selección.

Qué lejos está de Messi , quien aunque no haya ganado —y seguramente no lo hará— un Mundial, mantiene el perfil bajo, de verdadero futbolista, y será recordado como el mejor de la histotria, por encima de este troglodita de los palcos rusos.

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