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Adalid Maganda
fue enfático, pero sobre todo valiente: “ Me dijeron pinche negro y me despidieron del arbitraje, argumentando que estaba en baja forma física”. Responsabilizó a Arturo Brizio , actual presidente de la Comisión de Arbitraje , y a Jorge Gasso , uno de los operadores maquiavélicos que tienen los responsables de los silbantes.
Acapulqueño
, Maganda fue maltratado muchas veces en el arbitraje por su color de piel. En un partido de Copa en Cancún , testimonios y pruebas mostraron cómo, al ir por la alineación del Pachuca, algunos jugadores —de manera estúpida— empezaron a hacer ruidos emulando a un simio. Maganda no quiso problemas, no reclamó nada. Este acto de cobardía de los futbolistas y de racismo evidente no fue castigado, porque no se atrevieron en la Femexfut. Dar a conocer estas situaciones es reconocer que existen, característica de esta administración saliente, que al no decir nada, cree que la opinión pública no se dará cuenta. Así operan en la violencia en los estadios, en la mala interpretación de los reglamentos... En fin, en muchos temas que deberían ser abiertos y, sobre todo, sancionados.
Adalid Maganda
está fuera del arbitraje por bajo nivel, según lo que dice Arturo Brizio. Concepto ambiguo y sumamente abusivo, cuando la decadencia del arbitraje mexicano se evidencia cada jornada en l a Primera División, Liga de Ascenso... vaya, hasta en el futbol femenil . Así que este buen pretexto está lejos de ser creíble, porque —de ser así— tampoco estarían teniendo actividad Luis Enrique Santander , Érick Yair Miranda y César Ramos , por mencionar solamente a algunos que han hecho ridículos monumentales en el torneo.
El racismo no es nuevo en el futbol mexicano, nada más que nadie se atrevía a manifestarlo públicamente. En un partido en CU, la afición universitaria emulaba sonidos de simio cada vez que tocaba el balón el ya fallecido Christian Benítez. Felipe Baloy fue agredido varias veces, cuando jugaba en Santos. Darío Verón fue señalado por Moisés Muñoz, cuando era portero del América, asegurando que a Darwin Quintero lo insultó constantemente en un partido, diciéndole “simio”. La lista es larga. En León y Pachuca también se han registrado actos de discriminación.
Lo de Maganda está más allá de molestar por el color de la piel. Es un acto de racismo que debe ser atendido por las autoridades del país, no por federativos que esconden lo que no les conviene. Hay instancias legales donde puede acudir y demandar a quienes lo discriminaron de esa forma. Si tiene las pruebas, como dice en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes, debe ganar la demanda fácilmente y crear un antecedente maravilloso.
Es un atropello que se defienda a un racista, a tipos enfermos de poder acomplejados, que se sienten intocables, porque el reglamento del futbol los protege o porque los afectados pocas veces se atreven a acudir a los tribunales ordinarios.