Exageraciones llegaron a México sobre versiones de que Moscú está sitiado, que es un búnker y que hasta incómodo resulta caminar por sus calles, a unas cuantas horas de la inauguración de la Copa del Mundo . Aseveraciones mentirosas que se dieron en la radio y la televisión, con gente que utilizó lugares comunes para argumentarlas, sin ningún tipo de rigor periodístico.

Moscú

y su inauguración de la Copa del Mundo han cumplido. No hubo excesos de vigilancia o de acoso por parte de cuerpos de seguridad; de hecho, se notaba mayor vigilancia el Día de la Independencia de este país, el 12 de junio, que en el estadio Luzhniki y sus alrededores, previo al partido entre las selecciones de Rusia y Arabia Saudita .

Llevo seis días en esta ciudad y es sorprendente el respeto a la autoridad por parte de la población y de la propia autoridad para sus ciudadanos. Han llegado aficionados de todo el mundo, muchísimos peruanos, argentinos, colombianos, brasileños y —por supuesto— mexicanos. Corrientes de fans que basan su entretenimiento en la bebida alcohólica y cánticos estruendosos. Se van juntando en lugares populares de la ciudad para manifestarse. Aquí también se observan árabes e iraníes, egipcios y marroquíes, gritando, retándose y bulleándose entre ellos, lo que para la policía no representa ningún tipo de problema; al contrario, los observan, cuidan y dejan ser. No es que haya un excesivo deseo de mantener el orden para que esto parezca sin movimiento.

El operativo para el partido inaugural fue de más de 3 mil 500 elementos, entre policía y seguridad privada, pero nunca existió manifestación alguna de acoso y brutalidad, de intimidación o abuso de autoridad.

Los tres retenes para ingresar al estadio Luzhnik i no causaron molestias. Ordenados y sin contratiempos; incluso, quienes no tenían boletos o acreditación de medios de comunicación, pudieron estar en zonas aledañas sin ningún inconveniente. Claro que, para el ingreso al estadio, la revisión se torna más estricta, pero siempre con policías sonrientes, amables y tratando de darse a entender, así como cuando hay calles cerradas y, al preguntarles a los oficiales la razón, simplemente sacaban su iPhone y tecleaban algo en el traductor automático para hallar la explicación, porque su deseo siempre es ayudar y ser buenos anfitriones. Un ejemplo de civilidad y la buena aplicación de las conductas de la autoridad.

Así arrancó Rusia 2018, en medio de un gran orden, pero con una espectacular y envidiable libertad y seguridad en sus calles.

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