Gerardo Velázquez de Léon

La muerte y la locura no perdonan en el futbol americano

La NFL ha tratado de ocultar este mal, aunque gastó más de 40 millones de dólares en investigación neurológica

La muerte y la locura no perdonan en el futbol americano
02/02/2018 |00:30
Redacción El Universal
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A dos días de que sea el Super Bowl LII, vuelve la trascendental campaña que muchos periodistas en Estados Unidos hacen sobre el tema del CTE (Chronic Traumatic Encephalopathy).

Ayer muy temprano, el periodista Shaun King publicó en su cuenta de Twitter y en la revista digital The Intercept un video desgarrador de poco más de cinco minutos de duración en el que se muestran imágenes de jugadores afectados por los contactos constantes a los que están expuestos en un partido de futbol americano. Horas más tarde, en el programa Today, con Megyn Kelly, de la cadena NBC, se hizo una mesa redonda con ex jugadores —entre ellos Leonard Marshall, Ed Marinaro y Mike Adamle—, además del doctor Robert Cantú, cofundador de la Concussion Legacy Foundation, y llegaron a la conclusión de que es un deporte que ha afectado a muchas vidas por la constante repetición de golpes en la cabeza.

Este peligro evidente ha tenido muchas víctimas, entre éstas uno de los invitados de la conductora de la NBC: Adamle, quien tiene 68 años de edad y se retiró de los Bears de Chicago en 1977 para iniciar una carrera en los medios como presentador de los partidos... hasta que en 1999, de acuerdo con su esposa Kim, empezó a tener trastornos que le provocaron un problema en el cerebro, y ya en 2016 un neurólogo le diagnosticó CTE.

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La NFL ha tratado de ocultar este mal, aunque gastó más de 40 millones de dólares en investigación neurológica. En 2017, un estudio publicado por la revista JAMA (Journal of the American Medical Association) reveló que el 99% de los jugadores de la NFL presentan un desorden cerebral, pero lo más terrible de esto es que el CTE puede diagnosticarse en definitiva después de que el ser humano murió, cuando se le hace una autopsia cerebral.

Esos desórdenes cerebrales llevan a la depresión, demencia y, en algunos casos, hasta al suicidio. Un dato aterrador es que en Estados Unidos el promedio de vida es de 76 años; para un jugador de la NFL es de 57. Ha habido historias como las de Terry Long, quien se suicidó a los 45 años bebiendo un anticongelante, o la de Justin Strzelczyk, quien a los 36 años, empezó a gritar por las calles “¡El mal está llegando!”, se subió a su camioneta y la impactó contra un depósito de ácido, causando una gran explosión, o el de Andre Waters, quien se dio un tiro en la boca a los 44 años; también el de Mike Webster, quien terminó demente, abandonado y murió de un ataque al corazón. Es decir, casos demostrados de este terrible mal.

Lo dijo Barack Obama alguna vez: no permitiría jugar a mi hijo futbol profesional, y estoy de acuerdo con él. No permitiría que alguno de mis hijos jugara futbol americano equipado, sea el que sea.