Hay una gran diferencia entre la directiva del América y la del Cruz Azul, entre Miguel Herrera y Paco Jémez. Ambos equipos y entrenadores, con una similar mala actitud ante un sector de la afición, con reacciones totalmente distintas.
Cuando Jémez le pintó el dedo a aficionados en la tribuna del estadio Azul tras el partido de la jornada 4, frente al Toluca, su directiva lo solapó; de hecho, hasta le organizó una conferencia de prensa para que el grosero entrenador justificara el insulto porque alguien ofendió a su familia. Los dirigentes celestes aplaudieron el hecho y no hubo ninguna sanción; en cambio, a Herrera, en cuyo caso sí se escuchó la mentada de madre del aficionado y reaccionó igual, esa pintada de dedo le ha costado dinero tras una multa impuesta por el club, una disculpa pública y la reprimenda de la directiva por la equivocada acción.
Aquí se demuestra que la clase no se compra, se mama y por eso, la directiva del América ha dado una lección de cómo se debe actuar en caso de un insulto del entrenador hacia una persona en las tribunas o cualquier otra parte.
Estos casos del dedo pintado, le han costado la chamba a algunos entrenadores como Rubén Omar Romano, con Santos (en el Clausura 2011), y de ese mismo equipo una multa para Jonathan Rodríguez por insultar al público desde la banca del estadio Azul.
A Decio de María, tras hacer lo propio en la final de la Copa Oro 2009, la cúpula de la FMF decidió ya no dejarlo ni viajar con la Selección y hay que recordar el largo debate de si Justino Compeán le pintó dedo a la gente en San Pedro Sula hace unos años, con el argumento de que tenía mal el dedo y había saludado a alguien.
Es claro que los personajes involucrados en el futbol, desde directivos hasta futbolistas, deben tener temple y la madurez para asumir que están expuestos a insultos; claro que no son justificados, pero así es, por lo que no se entienden las reacciones que tienen algunos y menos se entiende cuando los solapan sus directivas sin ser castigados.
Imaginemos a un árbitro que cada vez que le mientan la madre, pintara dedo a la tribuna... vivirían con el dedo arriba; o a un futbolista en canchas hostiles. Entender que una actitud de estas hace explotar a aficionados en cualquier momento y podría convertirse en una gresca sin precedentes es fundamental, por lo que deben recordar su responsabilidad social.
Por eso es extraño entender que para el América sea grosería y para el Cruz Azul no. Es inexplicable, además, la lentitud de la Comisión Disciplinaria en este caso, cuando hay antecedentes.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx