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No hay trabajo más permisible que el de ser árbitro profesional en México . Pueden fallar constantemente en sus labores, aplicar pésimamente los reglamentos, tener una demostrada incapacidad, y aún así siguen programándolos jornada a jornada.
La gota que derramó el vaso durante la temporada fue en la jornada pasada, y ahora que vienen cambios en el país, sería una muy buena idea que el nuevo director de la Conade aplicara en el futbol algo similar a lo que se hizo en España, donde la Audiencia Nacional avaló una investigación anticorrupción en la Liga más poderosa del mundo.
Corrupción no es solamente recibir dinero para hacer un trabajo en favor de quien te lo da, es también el tráfico de influencias, que tanto daño le ha hecho al arbitraje mexicano.
Nadie puede asegurar; es más, estoy convencido de que no son árbitros que se equivoquen porque haya dinero de por medio, pero sí resulta evidente e inentendible que sigan siendo tan malos y los veamos en cada jornada del futbol mexicano.
El partido Monterrey contra Pumas es digno de una investigación a fondo, porque aunque es sabida la incapacidad, falta de preparación y criterio de los árbitros, quienes regularmente se equivocan para ambos lados, en esta ocasión fue notoria la pésima marcación cuando se trataba de jugadas en favor o en contra de los Pumas. Nadie está inventando algo, ahí está el video del partido, donde Érick Yair Miranda no se atreve a expulsar a Avilés Hurtado por una agresión flagrante, un gol mal anulado a Nicolás Castillo, un penalti por una mano muy notoria de Stefan Medina y una expulsión injusta a Abraham González.
¿Será que esta temporada, con tantos errores en contra de los Pumas, sea parte de una cobranza por aquel post en Instagram, donde Nicolás Castillo puso a Alfredo Peñaloza con un emoji de payaso en la cara?
Esto sería un tema digno de investigación por parte de un comité anticorrupción, porque —si bien— el chileno se equivocó al publicar eso, y lo borró, da la impresión de que a los árbitros no se les olvida; si es así, estamos hablando de un gremio que demuestra que no es el dinero lo único que corrompe a los seres humanos.
Equivocaciones habrá siempre en el futbol, pero resulta inverosímil que un árbitro como Luis Enrique Santander, quien en una final no le marcó un penalti evidente a los Tigres, pase casi un año sin pitarles y, cuando lo vuelve a hacer, se equivoque de nuevo y deje de marcarles una falta muy clara en el área. Coincidencia o tendencia.
Es tiempo de que no vuelvan a pitar los que no sirven y se les dé oportunidad a todos los que vienen abajo. Hay muchos árbitros en México, no sólo los que repiten cada semana.