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El descontrol es absoluto en el arbitraje y la Comisión Disciplinaria. Perfectamente clara fue la aplicación del reglamento en el caso de Alfredo Talavera , quien —según la cédula privada que tienen los silbantes, sin acceso al público— insultó a César Ramos Palazuelos , árbitro del Toluca-Guadalajara, como lo es también merecido el castigo a Orbelín Pineda por la expulsión en ese mismo partido.
Pero es inverosímil que no se aplique el reglamento y mucho menos se hayan dado cuenta en la Disciplinaria de la evidente agresión de Josecarlos van Rankin al árbitro auxiliar Jimmy Acosta , porque mientras Ramos expulsaba a Talavera, el defensa de Chivas fue a bajarle la bandera de una forma agresiva e incorrecta al asistente.
Esos mismos árbitros que cuando fueron agredidos por Enrique Triverio y Pablo Aguilar armaron una grilla monumental, parando el futbol durante una semana, alegando que merecían respeto, y que los jugadores tenían que ser castigados más tiempo que el señalado por la Disciplinaria en aquel momento, hoy no hacen nada, permiten que los sobajen, les falten al respeto y los agredan. Nadie hace maldita la cosa.
También es sorprendente que en la lista de castigos que dan a conocer no aparezca Nahuel Guzmán , quien irrumpió una conferencia de prensa de Pedro Caixinha , momento reglamentado por la Liga MX, y tampoco se aplicó alguna sanción porque no consideran que “bobo” sea un insulto, ya que eso fue lo que le gritó el peleonero portero de Tigres al entrenador de Cruz Azul.
Con esos argumentos, Talavera podría decir que “cabrón” o “pendejo” tampoco son insultos, porque la alarmante incongruencia al tratarse de sancionar a equipos poderosos, como Tigres o Guadalajara, evidencia que los reglamentos no se aplican igual para todos.
César Ramos
hizo lo correcto. Si un futbolista insulta a la autoridad, debe ser expulsado y posteriormente sancionado; la Comisión Disciplinaria hace totalmente lo contrario, una acción incorrecta que permite que un futbolista agreda a la autoridad sin que pase algo, así que en próximos partidos, si un jugador de Lobos BUAP, Veracruz o Puebla —por citar a algunos de los pocos privilegiados en la Federación— a ver si aplican el mismo criterio.
Parece que no se dan cuenta de que el futbol es un ejemplo, que los valores deben ser mostrados constantemente, porque por más que defiendan a Van Rankin, el jugador de Chivas se equivocó y no se puede argumentar absolutamente lo contrario cuando la autoridad no fue respetada.
¿Qué pasaría si Josecarlos pasa por una esquina y a un policía que tiene el silbato en la boca se lo quita para que no le señale que se paso el semáforo en rojo? Pero lo peor de todo y lo más grotesco de este caso es que ni el auxiliar ni Ramos reportaron en la cédula esa agresión, dejando todo en manos de una Comisión Disciplinaria blandengue.