La noche del domingo 28 de mayo de 2017, después de levantar el trofeo de campeón de liga, las Chivas nunca imaginaron que iniciaría un tobogán en su nivel deportivo.

Qué daño les hizo ganar Liga y Copa. Seguramente, era impensable que desde ese día solamente sumaran cuatro partidos ganados de 19 disputados, que la indisciplina fuera una constante y que sus directivos “ventanearan” sus pleitos, sumado a que el árbitro siempre tiene la culpa, según ellos.

Chivas

está en decadencia deportiva. Ha ganado 19 puntos de 57 posibles, para un raquítico porcentaje de 33% de efectividad. Si bien, contra Cruz Azu l el árbitro Fernando Hernández sí les “robó” el partido, como declaró Matías Almeyda , eso no quita el pésimo funcionamiento que tienen. No por tener el balón la mayoría del partido quiere decir que sean exitosos, porque es sumamente alarmante la falta de capacidad para crear peligro y definir ante la portería enemiga.

Es un equipo previsible, sin ideas ni frescura. Da la impresión y sensación que se trata de un proyecto deportivo que ya se agotó.

A nivel directivo, el caso de Oswaldo Alanís “ventaneó” un mundo de mentiras, donde si bien el dueño dio un golpe en la mesa, parece que todo estaba fríamente planificado o bien se maneja un terrible doble discurso: uno hacia el exterior y otro totalmente distinto en el interior de la institución.

Si fueron criticados hace algunos meses por no tener refuerzos y basar todo en el plantel campeón, las cosas siguen iguales, con la gran diferencia que han ganado solamente cuatro partidos en un lapso de poco más de siete meses, algo imperdonable para cualquiera, menos para Almeyda y José Luis Higuera, la pareja más disfuncional del futbol mexicano.

¿Será que la “novela” protagonizada por Alanís, Higuera y Jorge Vergara fue solamente una cortina de humo para que sus seguidores se olvidaran de los refuerzos?

Dejar ir a José Juan Vázquez y a Carlos Fierr o, además de contratar a juveniles como Gael Sandoval y Ronaldo Cisneros evidencia la poca capacidad directiva que ofrecen al dueño, y la diferencia fue inmediata. El Gallito, contra Tigres, realizó 45 pases, con un 95.5% de efectividad, recuperó 13 balones y sólo se equivocó en dos servicios; fue generador, el encargado de desembocar y recuperar.

Por su parte, Fierro mañosa y tramposamente provocó el penalti que hundió a su ex equipo, pero entregó un nivel competitivo nunca visto en Chivas; es decir, es un futbolista que ahora sí tiene a un entrenador que le saca el provecho adecuado.

Son solamente dos jornadas y podrán recuperarse, pero generalmente cuando hay problemas estructucturales en la oficina se permea en el campo y hoy, aunque tengan la pelota, están muy lejos de competir por el título del futbol mexicano.

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