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Después de varias semanas de absurdo misterio y silencio en torno a una noticia que todos en el medio futbolístico mexicano conocían desde hace un buen tiempo, Gerardo Martino será presentado como nuevo director técnico de la Selección Mexicana. Y tendrá que ponerse a trabajar de inmediato, porque ha sido contratado para cumplir dos grandes objetivos: poner orden en el equipo y alcanzar el anhelado quinto partido en la Copa del Mundo. Todo lo demás que se diga será demagogia pura.
La Federación Mexicana de Futbol ha apostado por un entrenador extranjero, el duodécimo en la historia del conjunto nacional, y debe dar resultados inmediatos.
Porque si no, será inevitable pensar en alguien como Miguel Herrera , quien acaba de ser campeón con el América, ya tiene experiencia en la Selección Nacional y cuenta con todos los requisitos para encabezar el camino hacia Qatar 2022 . Pero no, los directivos del balompié nacional quieren a otro hombre de fuera, como sucedió en el proceso pasado con Juan Carlos Osorio, cuya etapa en el equipo no sirvió para maldita la cosa.
Martino está obligado a hacer que la Selección Nacional tome con seriedad todos los partidos oficiales que dispute, sin importar la fortaleza del adversario. Da lo mismo que sea la eliminatoria mundialista, Copa de Oro , la naciente Liga de Naciones de la Concacaf o la propia Copa América, a la que el futbol mexicano no tarda en regresar, debido a las negociaciones que lidera Yon de Luisa.
Otro tema que el argentino debe atacar es el cambio generacional en la Selección Nacional. La “generación del fracaso” se ha cansado de fallar a la hora buena, por lo que es momento de enterrarla en el sombrió pasado y apostar con gente que sí demuestre ganas de vestir la playera del equipo, lo que antes era un honor, pero en los últimos años significa un verdadero fastidio para muchos.
Esos jugadores sin compromiso deben irse, al igual que aquellos a los que les gusta tener secuestrada a la Selección y hacer lo que les plazca, sin importar que sus caprichos pueden ir en detrimento de un futbol que se jacta de su desarrollo en muchos ámbitos, pero en la cancha lleva un cuarto de siglo sin rebasar la barrera de los octavos de final en un Mundial.
Martino ha sido firmado para eso. Deben importarle dos reverendos pepinos las supuestas e inservibles jerarquías y poner orden en un equipo que parece dispuesto a todo, menos a jugar bien y ofrecer los resultados adecuados al circo mediático que lo rodean, más allá de la importancia del evento o el contrincante en turno.
A partir de hoy, oficialmente la Selección Mexicana tiene nuevo entrenador. Se le esperó varios meses para que terminara su compromiso con el Atlanta United. Su currículum muestra un gran partido ante España —con Paraguay— en Sudáfrica 2010 y el buen desempeño que tuvo al frente del Barcelona, tras la etapa de Tito Vilanova . Se le criticó por no ganar muchas cosas con ese gran equipo, pero no lo hizo mal.
También se le señaló por sucumbir ante el liderazgo de Lionel Messi, pero nadie en México tiene esa fuerza. Se esperó mucho por él. No puede fracasar.