Profunda crisis de un equipo que al paso que va estará enterrando su historia de éxito y se transformará en uno del montón, al que recuperar su grandeza le puede costar la existencia.

En Chivas

tienen claro que José Cardozo no es el responsable de sumar cuatro derrotas consecutivas, o que de los últimos 24 puntos en disputa sólo hayan ganado seis.

Lo mantienen y eso no es el tema de profundidad de la negativa marcha del equipo, que está por sumar su cuarto torneo sin Liguilla.

La negociación que, trasciende, se dio con José Cardozo es que se queda hasta el final de la temporada; eso sí, si no clasifica se irá de inmediato. Es decir, no necesariamente se quedaría hasta la jornada 17, ya que si matemáticamente estuvieran fuera antes, también despedirían al paraguayo. Todo esto ya se sabía desde antes del fiasco de partido del sábado, gracias al comunicado que se dio en la cena con periodistas con el CEO del equipo la semana pasada.

Pero no es Cardozo el problema, tienen razón; hay muchísimos más que nadie en el interior del equipo quiere ver. La ausencia de un verdadero líder en la cabeza del equipo, con fortaleza mental y sin compasión ante las indisciplinas, hoy está ausente. Jorge Vergara le hace falta al equipo, a quienes se los dejó encargado no pueden, se nota que no saben y sobre todo, no tienen ninguna característica de liderazgo, del que se necesita en el puesto más importante del equipo. Reconocer que no se sabe es válido, también que no se pudo. Hay puestos ejecutivos en los que delegar en los especialistas en ciertos temas los hace más líderes. Pero eso no se aplica, ni se ha aplicado en este nuevo Chivas post Vergara.

En cualquier equipo de la trascendencia de Chivas , perder dos partidos consecutivos contra el odiado rival traería consecuencias; primeramente porque los echaron de la Copa y a los cuatro días, los sacaron de la zona de clasificación. Eso no pasó, al contrario, sólo se atrevieron a publicar un tweet agradeciendo a sus aficionados por la buena asistencia en su estadio.

Malas contrataciones, indisciplina, directores deportivos que no tienen permanencia, directivos a los que parece importarles más estar en los medios que resolviendo problemas graves; esos han sido los últimos tiempos de Chivas, un equipo que tiende a ser uno más, a ir cada vez más a la baja, a un lugar donde no debería de pertenecer.

Estoy de acuerdo con que el futbol es privado y que cada quien puede hacer de su equipo lo que se le pegue la gana, pero hay un valor entendido que parece nadie comprende en esta institución. Chivas es de la gente también, de esos que compran sus productos que enriquecen al dueño, mismos seres humanos que sufren y gozan cuando pierden o ganan. No, eso no está en las juntas ejecutivas, es un tema intocable, porque no les interesa.

Hoy Chivas

está donde merece estar, ni más arriba ni más abajo. Inconcebible para muchos que sigan los pésimos resultados y los responsables sigan como si nada pasara. Así como muchos pudieron imaginar que Cardozo renunciaría después de la doble derrota con América, la mayoría de los verdaderos aficionados a Chivas saben que la solución está en la limpieza de las oficinas.

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