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De la moral a la cancha, la primera víctima se cobró en Copenhague. Para los defensores de la fiesta de Las Lomas, ésta ha llevado a un descontrol absoluto a la Selección Nacional Mexicana, que insisto, qué necesidad tenían. Héctor Herrera estará dos prácticas fuera para arreglar sus “asuntos personales“, y muchos más de los que estuvieron en la lujosa residencia, tendrán que resolver situaciones similares o que les deben llevar a no tener quietud en sus pensamientos deportivos.
Antes, Carlos Salcedo no fue al abanderamiento, acto demagógico, arcaico, innecesario, para viajar a Guadalajara y arreglar también problemas familiares, situaciones extra cancha. Es decir, aquí los jugadores mandan, no hay quien ponga control en el cuerpo técnico.
Han dejado una pésima imagen; de salir en una semana antes en la portada del Sports Illustrated a convertirse en portada de diarios y revistas sensacionalistas, que si bien no son una fuente de información deportiva como tal, evidenciaron la inmadurez, prepotencia, arrogancia e insensatez de futbolistas a quienes parece que les importa todo, menos el futbol. Claro que tienen a sus amigos defensores de esto en los medios, pero nadie en su sano juicio puede negar que lo que hicieron fue ilógico, imberbe y hasta un reto a las autoridades de la propia Federación Mexicana de Futbol, pero como siempre, ante el disfraz de quienes defienden lo indefendible.
Y por si fuera poco, la terquedad de Juan Carlos Osorio subió de nivel. Inverosímil, que en una convocatoria para Copa Mundial de Futbol, se haya dejado a un jugador lesionado hasta los últimos minutos para ser evaluado, como si no fuera suficiente el pronóstico médico, que nunca fue halagüeño para Diego Reyes.
Así como el equipo de Santos, —documentado en estas páginas—, intentó apresurar a Néstor Araujo, alguien del cuerpo técnico nacional quiso hacer lo mismo con Reyes y lo único que lograron es que se pierda la Copa del Mundo. Pero no queda ahí, porque al no ser convocados defensas centrales, laterales o contenciones, todo se vuelve un desbarajuste para los planes iniciales del entrenador, quien muestra en sus malditas rotaciones una inseguridad absoluta para enfrentar los tres partidos de la fase de Grupos en Rusia 2018.
Llamar la atención con frases en sus camisetas no lo hará ser exitoso en el Mundial, se necesita sentido común y haber hecho una convocatoria conforme a la calidad implícita de los futbolistas. Hoy debe arrepentirse de dejar fuera a muchos que merecían un lugar en ese equipo; seguramente se estarán pitorreando de él: José Juan Vázquez, Jesús Molina, Édgar Dueñas, Jorge Hernández, jugadores que pudieron ser considerados ante la baja de Reyes.
De la moral a la cancha, la primera víctima se cobró en Copenhague. Para los defensores de la fiesta de Las Lomas, ésta ha llevado a un descontrol absoluto a la Selección Nacional Mexicana, que insisto, qué necesidad tenían. Héctor Herrera estará dos prácticas fuera para arreglar sus “asuntos personales“, y muchos más de los que estuvieron en la lujosa residencia, tendrán que resolver situaciones similares o que les deben llevar a no tener quietud en sus pensamientos deportivos.
Antes, Carlos Salcedo no fue al abanderamiento, acto demagógico, arcaico, innecesario, para viajar a Guadalajara y arreglar también problemas familiares, situaciones extra cancha. Es decir, aquí los jugadores mandan, no hay quien ponga control en el cuerpo técnico.
Han dejado una pésima imagen; de salir en una semana antes en la portada del Sports Illustrated a convertirse en portada de diarios y revistas sensacionalistas, que si bien no son una fuente de información deportiva como tal, evidenciaron la inmadurez, prepotencia, arrogancia e insensatez de futbolistas a quienes parece que les importa todo, menos el futbol. Claro que tienen a sus amigos defensores de esto en los medios, pero nadie en su sano juicio puede negar que lo que hicieron fue ilógico, imberbe y hasta un reto a las autoridades de la propia Federación Mexicana de Futbol, pero como siempre, ante el disfraz de quienes defienden lo indefendible.
Y por si fuera poco, la terquedad de Juan Carlos Osorio subió de nivel. Inverosímil, que en una convocatoria para Copa Mundial de Futbol, se haya dejado a un jugador lesionado hasta los últimos minutos para ser evaluado, como si no fuera suficiente el pronóstico médico, que nunca fue halagüeño para Diego Reyes.
Así como el equipo de Santos, —documentado en estas páginas—, intentó apresurar a Néstor Araujo, alguien del cuerpo técnico nacional quiso hacer lo mismo con Reyes y lo único que lograron es que se pierda la Copa del Mundo. Pero no queda ahí, porque al no ser convocados defensas centrales, laterales o contenciones, todo se vuelve un desbarajuste para los planes iniciales del entrenador, quien muestra en sus malditas rotaciones una inseguridad absoluta para enfrentar los tres partidos de la fase de Grupos en Rusia 2018.
Llamar la atención con frases en sus camisetas no lo hará ser exitoso en el Mundial, se necesita sentido común y haber hecho una convocatoria conforme a la calidad implícita de los futbolistas. Hoy debe arrepentirse de dejar fuera a muchos que merecían un lugar en ese equipo; seguramente se estarán pitorreando de él: José Juan Vázquez, Jesús Molina, Édgar Dueñas, Jorge Hernández, jugadores que pudieron ser considerados ante la baja de Reyes.