Es la victoria más importante en la historia de la Selección Nacional Mexicana, en una Copa del Mundo . La revalorización de J uan Carlos Osorio es inmediata y el cambio generacional del equipo, evidente.
Cinco debuts en un Mundial: Jesús Gallardo, Hugo Ayala, Carlos Salcedo, Hirving Lozano y Édson Álvarez , lo cual debe resaltarse.
Lo que pasó ayer en el estadio Luzhniki fue fenomenal, estupendo e inolvidable. En tantos años de cubrir a este equipo, nunca se había vivido un momento así, porque hubo de todo: lapsos de una gran capacidad para poder jugar este deporte, sufrimiento, dramatismo e instantes hasta heroicos. Ser testigo de este partido, en el estadio de Moscú, fue un privilegio para los que estuvimos, como lo fue aquella tarde en Wembley , cuando la Selección Sub-23 ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres . Son los dos días más trascendentes del futbol mexicano en sus distintas categorías.
Pero esto es una Copa del Mundo y aquí no para. Este fervor que existe debe entenderse como lo que es y ver de inmediato lo que sigue, sin excesos de confianza, arrogancia, soberbia, y entender que estos tres puntos —que no estaban presupuestados ni por el más recalcitrante optimista— son sólo el inicio de un camino que tiene una meta clara: jugar el quinto partido de un Mundial.
Si bien, no había garantías al inicio del torneo, después de lo visto contra Alemania, hoy sí se abre una esperanza real y palpable, pero no deben existir excesos, ya que el golpe puede ser mucho más duro si no logra hacer un buen papel contra Corea del Sur y Suecia, los otros rivales en el Grupo.
Mucho más maduros fueron los futbolistas que Osorio. El típico discurso de dedicar el triunfo a quienes creyeron, pero también a quienes no, es una declaración incongruente en estos momentos; vaya, lo será siempre, pero ahora más.
Los futbolistas y entrenadores no trabajan para callar bocas. Deben hacerlo para buscar la gloria deportiva, y si están basando su trabajo en la opinión de terceros, es una muestra de un complejo de inferioridad gigantesco y de una inseguridad alarmante.
Que celebre México, hoy lo merece. El futbol nacional ha entregado la mejor versión, en resultado y funcionamiento, de su historia, y estos hombres han dejado atrás a generaciones, como las de 1994 y 1998, las cuales —se decía— eran las mejores de la historia. Además, hoy se confirma que la nueva estrella del futbol mexicano, el más querido y mediático, es Hirving Lozano, para enterrar a los ídolos de barro, quienes se sentían los más populares e importantes.