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Miguel Herrera
no tiene pretexto alguno para justificar el fracaso de no llegar a la final del Clausura 2019 para intentar defender el título obtenido hace cinco meses. La directiva le dio todo lo que pidió: mayor poder interno y decisión en las contrataciones; incluso, le trajeron a ese futbolista que tanto trabajo y dinero costó traerlo, pero en la Liguilla no pesó.
La influencia de Nicolás Castillo fue nula y el entrenador del América se empecinó en mantenerlo como titular, pese a que no marca gol desde el 3 de mayo, cuando se lo hizo al Veracruz, en un partido completamente intrascendente, como lo fue él durante toda la fase final.
El América
jugó una Liguilla para el olvido. Ganó dos partidos, cayó en los otros dos y apenas anotó cuatro goles. Paupérrimos números para un club que aspiraba al bicampeonato y acentuar su época dorada de los más recientes años. No fue así. El fracaso es enorme, por más que se haya perdido frente al líder, un club que llegó a implantar un nuevo récord para el futbol mexicano al ganar 12 encuentros de forma consecutiva, pero nunca fue superior en esta semifinal. Si juntamos los 180 minutos, en la mayor parte el América impuso condiciones, pero no tuvo contundencia.
Esa labor es la más importante para Castillo, por quien pagó más de 10 millones de dólares. Inversión que ha valido tres reverendos pepinos, porque el chileno no ha sido el futbolista que se esperaba, y lo peor es que Herrera confió en él hasta el final. Prefirió dejar en la banca a un hombre con la experiencia de Oribe Peralta , quien cambió el rostro del equipo cuando ingresó en el primer encuentro, y a Henry Martín , quien vive sus últimas horas en el club, porque está cansado de la falta de minutos. Ayer, cuando entró, poco pudo hacer.
Las Liguillas se ganan con contundencia en el momento más determinante y este América versión Clausura 2019 demostró ser un equipo del montón, que no sabe anotar cuando lo requiere. Tuvo la posibilidad de hacerlo en Querétaro y en León, pero sólo lo hizo con el cabezazo de Bruno Valdez. El resto de la eliminatoria, mostró una terrible falta de temple para marcar las anotaciones que lo debieron poner en la final.
Por eso, el americanismo criticará a Castillo durante los siguientes días. No se le trajo para marcarle a los Lobos BUAP, el Morelia o el Veracruz, sino para hacerlo en instantes en los que la presión es mucha. Anoche era el adecuado, pero ni siquiera estuvo cerca. Mateus Uribe y el propio Bruno Valdez fueron los más cercanos a hacerlo. Ni siquiera tuvo opciones, no se las generó, no se las generaron sus compañeros.
Y eso es lo que debe tener muy preocupado al León, que dejó de ser esa aplanadora que presumió durante buena parte del torneo y en los cuartos de final ante los Xolos. El equipo de Ignacio Ambriz fue superado durante buena parte de la eliminatoria, pero la falta de contundencia y la tabla lo tienen en la serie por el título, frente a los Tigres, que tampoco tienen demasiado para presumir después de pasar sobre el Monterrey con demasiado dramatismo.
El León
está en la final, pero el América lo habría eliminado con un delantero más efectivo que Nicolás Castillo.