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E l Cruz Azul volvió a mostrar su rostro más vergonzoso, ese que tanto duele a su lastimadísima afición: el del pavor frente al América, el club ante el que —en teoría— nunca puede perder y siempre cae.
Porque el equipo dirigido por Pedro Caixinha irradió pavor anoche en el Estadio Azteca. La posibilidad de la revancha, tras la derrota en la final del torneo anterior, les llegó muy pronto y la han tirado a la basura después de los primeros 90 minutos, producto de ese intentendible miedo que les caracteriza cada que tienen enfrente a la histórica camiseta amarilla, por más que el técnico portugués se haya molestado en la conferencia de prensa y asegurara que no está de acuerdo en que hay temor.
Su equipo muestra eso cada que se enfrenta al América. La mejor prueba son los 14 partidos de Liga y Liguilla que tiene sin ganarle (seis empates y ocho derrotas). El penalti de Milton Caraglio sirvió para romper la racha sin anotarle a Agustín Marchesín, pero sólo desató la furia del actual campeón.
Los que fungieron como locales ayer, en la cancha y la tribuna, no tardaron demasiado en empatar y con ese sello que tanto caracteriza y duele a los cruzazulinos: la calamidad. Porque el autogol de Igor Lichnovsky tuvo todos los elementos que tanto han lastimado a La Máquina durante los más recientes años, en especial la mala fortuna.
El central chileno pareció rematar y dejó congelado a José de Jesús Corona. De nada le sirvió a Caixinha defender los tiros de esquina con sus 11 futbolistas metidos en el área. Hubo mucho pavor del Cruz Azul y muy poco orden. Reinaron el caos y la falta de temple. Lo pagó con un resultado que parece tener definida la eliminatoria.
Cuánta razón tenía Miguel Sabah, aquel delantero que reconoció que los cruzazulinos se asustaron en un juego contra el América . Con el paso de los años, el término se ha tergiversado hasta usar la palabra miedo, pero la frase que utilizó el exdelantero fue “nos asustamos”. Y el sentimiento no ha cambiado, sin importar quienes están en cada uno de los equipos.
Ese miedo emanado de Caixinha y contagiado a todos sus futbolistas los fulminó desde el primer tiempo, pese a tener la ventaja en los primeros minutos.
La Máquina
volvió a ser ese equipo timorato, con pavor a vencer a su principal demonio y éste volvió a devorársela, con Roger Martínez como principal figura, porque —a diferencia del Cruz Azul — el América tiene a futbolistas que les gusta el compromiso, los momentos importantes,
y el colombiano lo demostró, pese a que su desempeño fue paupérrimo durante gran parte del torneo.
El actual campeón hizo su trabajo, aprovechó a un adversario asustado, congelado por el miedo que le provoca tener frente a sí a esa camiseta amarilla que tantas pesadillas le genera.
El torneo 43 en fila sin lograr el título está muy cerca para el Cruz Azul. Sólo un milagro y un partido perfecto, ese que tiene años sin jugar frente al América, mantendrá viva la ilusión de un grupo empequeñecido, atemorizado por su más grande rival.
La Máquina
volvió a demostrar ese temor que tanta rabia provoca en su afición y el nuevo ridículo está a punto de consumarse.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
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