En esta historia de mártires, ambiciosos y mercenarios, hay un personaje ausente, extrañamente ausente. Cuando en octubre de 2002 a pareció Jorge Vergara en el futbol, le hizo mucho bien a este deporte. Le metió picardía, polémica y empezó a crear más rivalidades que la simple e histórica con el América. Es un personaje siempre echado para adelante, que si bien fue multicriticado por sus decisiones viscerales, siempre estaba pendiente del día a día de su equipo de futbol.
Hoy no es así. Se le ve poco públicamente. De hecho, hace tres meses y medio que no se le ve en un acto que no sea privado; incluso, en la final de la Concachampions, cuando las Chivas ganaron el título al derrotar dramáticamente al Toronto FC , tampoco apareció. Se extraña a Jorge Vergara , sobre todo cuando hay que poner orden en su equipo, el que —parece— ha dejado a sus empleados manejarlo a su antojo. Hasta pareciera que no le están consultando las cosas.
Los rompimientos internos son evidentes. No se debe ser Sherlock Holmes para darse cuenta de que los jugadores apoyan incondicionalmente al entrenador, Matías Almeyda , quien también ha tomado esta crisis con profundas acciones de mártir. Si bien es cierto que puede tener razón, hay un mundo de decisiones en la parte deportiva —cuando manejaba al equipo— que deben cuestionársele.
Al apropiarse de toda la parte deportiva, despidió a diestra y siniestra a entrenadores en el club, y eso nadie lo dice cuando se habla de la actual situación del Guadalajara, en la cual sí han actuado con extrema bajeza para intentar que renuncie al equipo, como se ha comprobado en los más recientes días.
Es claro que José Luis Higuera no lo considera como parte del futuro de Chivas, pero también son sorprendentes todos los conceptos vertidos por Francisco Gabriel de Anda, que no hacen más que evidenciar una profunda crisis directiva en las Chivas.
¿Dónde está Vergara para poner orden? ¿Por qué dejar que su querido equipo se carcoma, sin meter las manos? Porque en su hijo Amaury tampoco encuentra el liderazgo necesario para poder solucionar estas situaciones tan penosas, espinosas y que no hacen más que deteriorar la imagen del equipo más popular del país.
Pareciera que esta historia de traiciones y complejos sacados a la luz pública, por parte de todos los involucrados, está avalada por el dueño del equipo, pero no, sería muy extraño que así fuera, porque Vergara nunca ha demostrado ser así.
Se le necesita de regreso. Es el único que puede poner orden en este equipo. Se necesita porque es su patrimonio y debe defenderlo. Claro que se necesita, porque es la figura emblemática del actual Guadalajara, nadie más. Hoy, jugadores, empleados del club y aficionados no deben aceptar imitaciones baratas de su directivo.