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Demasiada lentitud para tan laxos castigos. Eugenio Díaz, presidente de la comisión disciplinaria, es un hombre inteligente que debe encontrar la justicia, fomentar los valores y la decencia del futbol mexicano, pero sobre todo, enfocarse a los castigos cuando la honorabilidad se pone en duda.
Esas investigaciones tan largas que parecen de la CIA o del FBI, cuando hay elementos y pruebas clarísimas para proceder de inmediato, se han convertido en un chiste.
Hay muchos ejemplos, de hecho el torneo pasado sufrieron la mayor de sus humillaciones, al tener que ceder a la presión de los silbantes para cuando ellos consideraron que su decisión inicial era una sanción distinta a Enrique Triverio y Pablo Aguilar; es decir, se dejan influir muy fácilmente dependiendo de quiénes los presionen para ampliar o reducir un castigo.
Insisto, ejemplos hay muchos, como cuando Fidel Kuri le reclamó a Edgardo Codesal; si no hubiera sido por el video de TV Azteca seguramente no le habrían puesto una sanción tan amplia como sucedió cuando Jesús Martínez fue a reclamar una acción a un silbante y al no existir video solamente lo sancionaron económicamente; Moisés Muñoz cuando al finalizar el partido de Atlas vs Jaguares de la temporada pasada, puso en duda la honorabilidad del futbol mexicano, lo que ni a revisión llego. Clarísima fue la sospecha que lanzó a la cámara de TV Azteca argumentando que todo estaba hecho para que descendiera Jaguares y no Morelia.
Ahora, tampoco sancionaron como debían a un futbolista que llamó ratero al árbitro, como Nicolás Castillo en su cuenta de Instagram, solamente una multa, cuando la acusación fue muy grave y ni una disculpa pública del atacante a quien sólo le ordenaron hacer su cuenta privada. Porque hoy fue Castillo y mañana puede ser cualquier otro, y qué hará la disciplinaria para evitar que todos insinúen amaño de partidos.
Por eso Eugenio Rivas tiene una gran oportunidad de reivindicarse con el caso Paco Jémez y Hernán Cristante; ambos pintaron dedo a la tribuna y deben sancionarlos conforme a reglamento sin fijarse en rollos estúpidos, mentirosos y chantajistas.
El reglamento es claro y hay que aplicarlo a quien está involucrado en un acto tan grotesco como es insultar a aficionados en la tribuna, sin importar lo que les hayan hecho; no hay justificación y así lo establece el reglamento de sanciones.
Y si no que nos digan qué diferencia hay entre un entrenador que pinta el dedo y un aficionado en la tribuna que le grita puto a un portero. Ojalá sean congruentes en estos temas tan delicados.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx