“No son aficionados, son gentuza, hooligans que hay que expulsar de los estadios” comentó Mats Hummels, el defensor alemán que anotó el gol del triunfo en el partido eliminatorio de la semana pasada en contra de la República Checa. La corta distancia entre Dresden, cuna de la ultra derecha alemana, y Praga, sede del partido, motivó a esta gentuza a ir a gritar, cantar e insultar con lemas nazis, generando no solamente el repudio de los propios futbolistas, sino del mundo entero.
En México, el grito “Eeeh puto” lo celebran, en Alemania rechazan este tipo de manifestaciones, desde la cabeza de la selección, Joachim Löw, quien dijo “estoy lleno de rabia y muy indignado por lo ocurrido, es una vergüenza para nuestro país que un grupo de supuestos aficionados utilicen el futbol como pantalla para hacer una exhibición más que penosa”, mientras que cada vez que se escucha el grito “Eeeh puto” en México, nadie dice nada, ningún personaje de campo se responsabiliza y dejan todo a campañas vacías.
El mensaje debe ser contundente, como lo fue el del presidente de la Federación Alemana de Futbol, “no toleraremos nunca los lemas facistas, racistas, insultantes u homófobos”, dijo Reinhard Grindel cuando le cuestionó un periodista. Autoridades que se atreven a hablar del tema directamente y señalar directamente a quienes cometen este tipo de deplorables actos. Ojalá se hiciera así en México, que el entrenador de la Selección y jugadores vieran de frente a quienes gritan en los estadios y repudien sus acciones, tal vez así aprenderán a no hacerlo de nuevo.
Pero el tema va más allá de la moral. La FIFA es la que aún permanece en silencio, pasan los días y seguramente en las oficinas de la federación teutona pronto llegará la misiva amenazante, pero no una sanción, no un acoso como han hecho contra México y su tan grotesco “Eeeh puto”. Al final, Alemania es el campeón del mundo y el partido no fue en su territorio, aunque el viaje desde Dresden a Praga sólo sea de una hora 40 minutos en automóvil. La eterna y alarmante doble moral de la FIFA, con los débiles futbolísticamente hablando, aplica sanciones y no hace más que seguir amenazando, a algunos hasta ya les vetaron su estadio como sucedió con Chile. ¿Se atreverán a hacer algo contra Alemania?, lo dudo, aún cuando Mats Hummels fue contundente en su concepto de lo vivido en el partido cuando escuchó los cánticos nazis, “una catástrofe, es algo realmente feo”, fueron sus palabras.
Es tiempo que la FIFA no exponga más los símbolos de los países, no más entonaciones de himnos nacionales, al final, no es una batalla entre países, son partidos de futbol, concepto que parece simple, pero que no lo entienden. Cuando están frente a frente dos selecciones no hay disputa de territorio, ni de la soberanía, nada de eso.
La FIFA debe medir con la misma vara, si han definido el “Eeeh puto” como homofóbico, qué podrán decir de cánticos nazis.
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