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¿Sufres con frecuencia la angustiosa sensación de que no te alcanza el tiempo? O la disculpa de “No me alcanzó el tiempo” ¿se ha convertido ya en un hábito?
Los filósofos han podido explicar el espacio, los misterios del mar, los fenómenos de la naturaleza.
Sin embargo, no han podido explicar el misterio del tiempo. La inexplicable materia prima de todo. Con él, todo es posible. Sin él, nada lo es.
¿Cuántas veces has dicho una y mil veces lo siguiente?: “Estaré con mis hijos cuando tenga más tiempo”, “Leeré este libro cuando tenga más tiempo” o “Visitaré a mi abuela, a mi mamá o a mi amigo, cuando tenga tiempo” Y, lo que de pronto te confronta es el descubrir que jamás dispondrás de más tiempo. Que siempre hemos tenido todo el tiempo que hay, el que nos toca vivir. Ni más ni menos.
El verano es época de vacaciones, y valdría la pena detenernos un poco y analizar ¿Qué hacemos con nuestro tiempo? Porque, esos momentos en que nos parecieran que se quedarían para siempre, no vuelven.
El tiempo, ese recurso no renovable y misterioso ¿Cómo lo gastas? Todos forjamos una vida más o menos satisfactoria en función del uso que le demos a ese tiempo.
En el tiempo sí que se práctica la democracia. Nadie recibe ni más ni menos de lo que todos recibimos. El tiempo se da por igual a pobres y a ricos. A inteligentes y a tontos, a cultos e ignorantes, así como a niños y adultos. En el reino del tiempo, no existe la aristocracia del dinero, ni la aristocracia política o intelectual. El genio jamás se ve recompensado con una hora adicional al día, como tampoco es posible pedir un anticipo.
Así como el barro puede ser lodo en los zapatos o arcilla para moldear una escultura genial, las horas de nuestra vida podemos llenarlas con acciones útiles, productivas, interesantes y nobles; o bien, ocuparlo en acciones inútiles, improductivas, deshonestas y despreciables.
Se ha dicho que el tiempo es oro. Este proverbio apenas expresa su valor, ya que el tiempo es más importante que el oro. Aunque una persona posea todas las riquezas materiales del mundo, no podrá comprar un minuto más del tiempo que tiene de vida.
“La provisión de tiempo es un milagro cotidiano. Todos los días, al amanecer, tenemos a nuestra disposición 24 horas del tejido no elaborado del universo de la vida.” Como diría Victor Hernández en su libro “El tiempo” ¡Es un artículo de lujo muy especial!
Tenemos la fortuna de vivir con esas 24 horas de tiempo diario. ¿Quién las vive realmente a conciencia y no en el sentido de existir ni en el de “salir del paso”? En esta época postmoderna la lucha angustiosa contra el reloj se ha convertido en nuestra principal tarea. Me pregunto: ¿Somos felices?
¿Quién de nosotros está libre de ese perturbador pensamiento de que las horas de la vida no las administramos como deberíamos?
La próxima vez que te escuches decir, “Es que no me alcanza el tiempo”, recuerda aquella canción en la que John Lennon nos dice que la vida es aquello que se nos va mientras hacemos otras cosas.
Decía Gracian que “Todo lo que en relalidad nos pertenece es el tiempo; aún aquellos que no poseen otra cosa, tienen tiempo”. Y a pesar de su valor, nadie nos lo puede arrebatar, ni robar.
Te invito a darte el tiempo para valorar el verdadero artículo de lujo y hacer aquello que al fin y al cabo es la vida: Trabajar con equilibrio, convivir con tus hijos, platicar con tu pareja, buscar el silencio y la naturaleza, divertirte, encontrar la satisfacción de dar, leer, escuchar la música que tanto disfrutas, ya que eso, es saber aprovechar el tiempo.