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Ya tenían mi atención... Espero que Tigres y Rayados no me vayan a defraudar.
Hablo como aficionado, como espectador, como hincha del deporte más hermoso del mundo y no como adorador de ninguna de las dos divisas que visten a los regiomontanos.
Esta final, la del Apertura 2017, tiene todos los elementos para ser una serie imponente, pero al mismo tiempo tiene todos ingredientes para ser una decepción de magnitudes épicas.
Por 180 minutos, un ciudad mamará del mismo ceno tanto de alegría como de sufrimiento.
El “experimento” social es, por sí solo es, morbosamente muy atractivo.
Tal vez no será la final con más audiencia televisiva en la historia del futbol mexicano, pero también es cierto que sí es una de las que más se ha hablado en muchos años.
El futbol mexicano verá por primera vez algo como esto, no es sólo el hecho de que sea un derbi, es todo el contexto y el momento en que se da. Llega en un punto alto para ambos clubes.
Mucho menor impacto hubiera tenido esta final en la afición si se hubiera dado 20 o 30 años atrás. Lo que hoy viven en Monterrey antes no existía en esa plaza.
¿Cómo lo van a manejar ambos instituciones?, ¿cómo mandarán a jugar a sus equipos los dos entrenadores? Es claro, no habrá dos ganadores, pero ¿quién saldrá a buscar ganar más que buscar no perder?
Y aunque la tendencia parece cargarse a que cada vez será más frecuente ver a estos dos equipos en más finales, también es cierto que no se puede asegurar que sea pronto o que se cumpla.
Así que ¿quién asumirá los costos?, ¿o será que esa misma presión sea la que eche a perder el espectáculo?
Yo no soy aficionado de Tigres o Monterrey, pero sí seré un espectador más y no entenderé de especulaciones, no justificaré temores, no solaparé dudas.
La final es mi circo romano y yo quiero, futbolísticamente, ver cómo los leones se devoran a los cristianos.
Monterrey tiene los mejores equipos que el dinero puede comprar, pero también tiene algo que ninguna inversión puede generar: pasión por sus equipos. Un alto sentido de pertenencia. Ojalá y que en la cancha estén bien representados.
Ya tenían toda mi atención, ahora tienen todo mi interés: espero que el Monterrey y los Tigres no me vayan a defraudar.
futbol@eluniversal.com.mx
Hablo como aficionado, como espectador, como hincha del deporte más hermoso del mundo y no como adorador de ninguna de las dos divisas que visten a los regiomontanos.
Esta final, la del Apertura 2017, tiene todos los elementos para ser una serie imponente, pero al mismo tiempo tiene todos ingredientes para ser una decepción de magnitudes épicas.
Por 180 minutos, un ciudad mamará del mismo ceno tanto de alegría como de sufrimiento.
El “experimento” social es, por sí solo es, morbosamente muy atractivo.
Tal vez no será la final con más audiencia televisiva en la historia del futbol mexicano, pero también es cierto que sí es una de las que más se ha hablado en muchos años.
El futbol mexicano verá por primera vez algo como esto, no es sólo el hecho de que sea un derbi, es todo el contexto y el momento en que se da. Llega en un punto alto para ambos clubes.
Mucho menor impacto hubiera tenido esta final en la afición si se hubiera dado 20 o 30 años atrás. Lo que hoy viven en Monterrey antes no existía en esa plaza.
¿Cómo lo van a manejar ambos instituciones?, ¿cómo mandarán a jugar a sus equipos los dos entrenadores? Es claro, no habrá dos ganadores, pero ¿quién saldrá a buscar ganar más que buscar no perder?
Y aunque la tendencia parece cargarse a que cada vez será más frecuente ver a estos dos equipos en más finales, también es cierto que no se puede asegurar que sea pronto o que se cumpla.
Así que ¿quién asumirá los costos?, ¿o será que esa misma presión sea la que eche a perder el espectáculo?
Yo no soy aficionado de Tigres o Monterrey, pero sí seré un espectador más y no entenderé de especulaciones, no justificaré temores, no solaparé dudas.
La final es mi circo romano y yo quiero, futbolísticamente, ver cómo los leones se devoran a los cristianos.
Monterrey tiene los mejores equipos que el dinero puede comprar, pero también tiene algo que ninguna inversión puede generar: pasión por sus equipos. Un alto sentido de pertenencia. Ojalá y que en la cancha estén bien representados.
Ya tenían toda mi atención, ahora tienen todo mi interés: espero que el Monterrey y los Tigres no me vayan a defraudar.
futbol@eluniversal.com.mx