Quite el drama, quite el llanto, y la amargura de haber quedado fuera en los octavos de final de la Copa del Mundo ; sí, una vez más, como viene pasando de manera consecutiva en los últimos siete Mundiales. Es el techo del futbol mexicano, el techo de las aspiraciones, la cúpula de las “Cosas Chingonas” que le han pasado a los representativos nacionales en la fase final del torneo de selecciones más importante del mundo.

Aceptemos que el cuarto juego es la frontera más lejana a la que se ha llegado desde 1994 , pero no nos conformemos. La animosidad del aficionado mexicano siempre está por encima de ese quinto partido. Si fuera por participación, por aficionados que viajan hasta las sedes mundialistas, México tendría que ser semifinalista o finalista cada cuatro años.

No seamos ridículos y no permitamos que la atmósfera que rodea a la Selección en estas competencias nos envuelva en un falso patriotismo. Aprendamos a gozar y a esperar menos de lo que damos, así se evitarán decepciones. No deposite su fe, toda su fe, en un tercero; ellos no son responsables de su felicidad.

México tiene que reinventarse desde los octavos de final. Futbolística, colectiva e individualmente, no puede dar el siguiente paso, pero —a diferencia de otras selecciones— tiene un marco de referencia, un estatus importante desde donde partir, a diferencia de otras tantas selecciones, que difícilmente muestran tal consistencia. No se trata de ver las cosas medio mal o medio bien, se trata de reconocernos, saber quiénes y qué somos para mejorar. Recuerdo a Andrés Guardado decir que ante Alemania había que jugar como equipo chico, y el resultado fue gigante: le ganaron al campeón del mundo.

Ese es el nivel, para eso alcanza la calidad del futbol mexicano en una Copa del Mundo...

Celebremos que México puede competir con los mejores, que el estigma del quinto juego no limite las ganas de mejorar y de trascender.

El negocio monetario para el futbol mexicano no depende del quinto juego, ni del sexto juego. México es negocio en el Mundial sólo por estar en éste. Llegar ya le representa un negocio muy importante, las arcas gozan y rebozan, son tiempos de bonanza.

El quinto juego, los cuartos de final, se ha convertido en la zanahoria que persigue el jumento nacional, pero no nos equivoquemos, pedimos que a México le pasen cosas excepcionales y no se hacen cosas excepcionales. Prepárese, quite el drama, relájese y comience a ahorrar para ir a Qatar 2022. Dentro de cuatro años, quizá, quizá y sólo quizá, la Selección Nacional pudiera ser el pretexto perfecto para seguir gozando del drama nacional del quinto partido.

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