Francisco Martín Moreno

¿El nuevo aeropuerto? ¡Un detonador mágico!

22/07/2018 |01:03
Redacción El Universal
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El ingeniero Jiménez Espriú, secretario virtual de Comunicaciones y Transportes, confunde a la opinión pública con sus declaraciones enredadas y desconcertantes, impropias de su elevada jerarquía. En primer término propone la reunión de un grupo de expertos para evaluar la conveniencia o no, de continuar con la obra del aeropuerto capitalino llamado a convertirse en un motivo de orgullo para la nación. El futuro funcionario tal vez ignora la cantidad de estudios previos ya realizados con el objetivo de decidir la viabilidad de la obra, hoy en día, fuente de admiración de peritos internacionales en la materia. ¿Para qué repetir la tarea si ya existen diferentes trabajos e investigaciones que justifican la decisión que aliviará la asfixia actual y creará un bienestar generalizado para la ciudad y el país? Hasta ahí, con los debidos esfuerzos para deglutir la repetición de todo lo ya actuado, podría ser aceptado a regañadientes, pero que una vez emitido un dictamen de quienes sí saben, se consulte al “pueblo” que no sabe, si está o no de acuerdo con la continuación de la construcción, parece una actitud demagógica, más aún si una vez recabada la opinión popular todavía se deberá conocer el punto de vista definitivo del presidente virtual, como si éste fuera Norman Fuster. ¿No basta con el daño que ya se ha hecho al país al tener que diferir asignaciones y contratos de explotación petrolera ante la indefinición energética del nuevo gobierno? “Consultar” por quincuagésima novena vez al grupo de expertos, para “consultar” al pueblo ignorante de la temática, y acto seguido, “consultar” también con AMLO la procedencia del promisorio proyecto, revela ignorancia, inseguridad, desconfianza, fanatismo, envidia o todo junto…

El nuevo aeropuerto es uno de los mayores proyectos de infraestructura aeroportuaria a nivel mundial; fue diseñado por destacados despachos internacionales especializados para dar servicio en los siguientes 50 años; contará con 3 pistas de operación simultánea (hasta llegar a 6) y podrá atender hasta 70 millones de pasajeros al año en su apertura, sin olvidar que existen casi 20 líneas aéreas extranjeras adicionales, interesadas en aterrizar en la Ciudad de México, que provocarían un incremento sustancial en la carga aérea y aumentarían el número de turistas con la consecuente cascada de bienestar para la ciudad. Se triplicará la capacidad de regulación de agua en la zona federal del Lago de Texcoco para prevenir inundaciones; habrán 24 plantas de tratamiento de agua; contará con 39 km de entubamiento para eliminar drenajes a cielo abierto y se captará agua pluvial para su aprovechamiento dentro de las propias instalaciones; la movilidad urbana se atenderá mediante un sistema integrado de transporte masivo que consistirá en un tren rápido alimentado por rutas de autobuses y la construcción de 19 vialidades para agilizar el tránsito. Además se desarrollarán hoteles, centros de negocios, zonas comerciales, áreas verdes, museos, hospitales, entre otros atractivos más, sin olvidar el beneficio a casi 4 millones de habitantes de la zona oriente de la Ciudad de México. Un dato estremecedor dentro de este promisorio proyecto consiste en que antes de los inicios de los trabajos, en la zona colindante de Ecatepec, existían 45% de hogares sin refrigerador y que ahora, con la creación masiva de alrededor de 450 mil empleos, ha desaparecido esta carencia y gracias al incremento del ingreso familiar, los niños empiezan a volver a las escuelas. La magia del empleo…

La obra no generará deuda pública, se financiará con los ingresos de la Tarifa de Uso Aeroportuario (TUA) del actual aeropuerto y con los ingresos del nuevo, además de que se captarán 3 mil mdd de la banca privada, con una línea revolvente por 3 mil mdd y una emisión de 6 mil mdd de bonos verdes. ¿Más claro? No se requieren dineros públicos, ni un triste peso de los de casi 20 por dólar… ¡Nada! Entonces, ¿por qué la negativa de Jiménez Espriú y sus consultas incomprensibles?

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Cancelar contratos con empresas constructoras nacionales e internacionales y de servicios acarrearía penas convencionales por más de 140 mil millones de pesos, además de impactantes indemnizaciones a los tenedores de bonos, sin olvidar la costosa liquidación del 100% de los trabajadores y las demandas en contra el gobierno federal no solo de contratistas, sino también de subcontratistas. ¿No bastó el desastre provocado por la cancelación del tren a Querétaro y el pago de multas billonarias a los chinos, todo por otro escándalo de corrupción de parte de la pandilla gobernante? ¿Qué explicación le daríamos a los 750 inversionistas de todo el mundo que apostaron al proyecto y creyeron en México?

El aeropuerto militar de Santa Lucía no podría operar simultáneamente con el actual por cuestiones técnicas, carece de áreas de expansión para los próximos 50 años y provocaría el crecimiento irresponsable de la ciudad en dicha dirección.

El nuevo aeropuerto será un orgullo para México. Suspender la obra o cancelarla por un capricho político o alguna otra razón oculta, equivaldría a volver a ensuciar la imagen exterior de México, además del daño logístico, económico y social por dar marcha atrás al progreso. Si se puede concluir la obra sin recursos públicos, ¿qué tiene que opinar Jiménez Espriú más allá de ciertos temas de seguridad a los usuarios con independencia de algunos conflictos ecológicos y técnicos ya resueltos?

¡Defendamos el aeropuerto, una nueva garganta para la nación!

Twitter: @fmartinmoreno