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Pemex, con 100 mil millones de dólares de deuda, ostenta el primer lugar en materia de endeudamiento entre todas las empresas petroleras del planeta, además de haber contado durante decenas de años del monopolio energético. Hoy en día, la compañía más importante de México se encuentra quebrada de punta a punta, en razón de la burocratización de la energía. Es claro que donde hay un burócrata, hay un cuello de botella y donde hay 100 mil burócratas la conclusión la dejo en manos del lector.
La semana pasada, un grupo de altos funcionarios de Pemex se presentó en Nueva York para aclarar las finanzas de la empresa y tranquilizar a los mercados. Ante casi 50 inversionistas institucionales convocados en la urbe de acero, el director financiero de la empresa, Alberto Velázquez, “no encontró una manera creíble para demostrar cómo se haría frente la deuda de Pemex”. El cotitular de Stone Harbor Investment Partners sentenció que Velázquez “no mostró entendimiento de la compañía y no impresionó para nada, y Velázquez debe irse”. Los inversionistas japoneses de Nomura sostuvieron que los gerentes de Pemex “no dieron una explicación creíble ni convencieron respecto a un plan de gasto de capital de 13 mil 700 millones de dólares, en 2019”. Barclays declaró que “las presentaciones fueron decepcionantes”. Who the hell is in charge?, reclamaban airados, sin perder de vista que en 2019 se vencen 5 mil 400 millones de dólares y que las calificadoras anunciaron que Pemex carecía de recursos para construir Dos Bocas y que los mercados castigarían esta decisión absurda cuando se puede maquilar el crudo en refinerías norteamericanas que trabajan a menos de la mitad de su capacidad.
No sólo quisiéramos ver tras de las rejas a los huachicoleros, sino también a los empleados y funcionarios de Pemex integrados a la delincuencia organizada que lucran con la gasolina propiedad de los mexicanos. El departamento de prensa de Pemex no respondió a las llamadas provenientes de Nueva York ni a los correos electrónicos, en busca de explicaciones relativas a “la falta de claridad en el programa de financiamiento de Pemex”. Estulticia e incapacidad: todo al mismo tiempo.
Reducir irracionalmente los ingresos de los altos directivos de instituciones, empresas, tribunales, secretarías de Estado y organismos autónomos, produce consecuencias muy severas que podrían evitarse por medio de la contratación de expertos, quienes ya buscan empleo en la IP o fuera del país. Lo barato sale caro...
Al error de octubre, el del AICM, se sumaron los de noviembre cuando se habló de echar mano a las reservas monetarias internacionales de México o de los fondos de ahorro de los trabajadores mexicanos, hasta llegar al de diciembre, cuando AMLO ordenó la cancelación de los contratos de importación de crudo y de gasolinas. Según los registros de Marine Traffic, se puede constatar, ya confesado por AMLO, que hay, al menos, 60 buques petroleros en los principales puertos del país como Altamira, Tuxpan, Coatzacoalcos, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Salina Cruz, Tampico, Mazatlán, Guaymas, La Paz, Ensenada y Campeche, solo que para descargar el combustible hay que pagarlo ¿no...? Acto seguido, refinar el crudo para transportar la gasolina en pipas a un costo 14 veces más caro que el envío a través de los ductos. ¿Cuánto tiempo tanscurrirá desde la llegada del petróleo a las refinerías hasta llenar los tanques de gasolina de automóviles y camiones de todo el país? En la Central de Abastos de la Ciudad de México existen 90 mil toneladas de productos alimenticios próximos a la putrefacción...
Culpar a los huachicoleros del desabasto sólo puede entenderse como una mentira más de quienes conducen, desgraciadamente, este país. Los huachicoleros, esos criminales que nunca hemos visto y tal vez no veremos tras las rejas, son inocentes en este caso. ¿Por qué AMLO y Nahle decidieron cancelar las compras de gasolina a partir del 1 de diciembre pasado? Se está ocultando de nueva cuenta la verdad, de ahí que no se haya podido dar una explicación satisfactoria a la opinión pública.
Valdría la pena dejar constancia que el director de Shell cuenta con 36 años de experiencia en la compañía; el de British Petroleum, 19 años; el de Exxon Mobil, 26 años; el de Chevron Texaco, 37 años; el de Total Fina Elf, 18 años; el de Conoco Philips, 16 años, el de Eni, 39 años; y el de Pemex, Octavio Romero, un ingeniero agrícola que trabajó en el gobierno de la CDMX, cuenta con 0 años de experiencia. ¿Está claro otro de los orígenes del desastre? ¿Hablará inglés?
El presidente López Obrador no debe olvidar que durante el gobierno de Miguel de la Madrid, Joaquín Hernández Galicia, alias “La Quina”, le envió un mensaje formal a través del sindicato petrolero: “Si se hunde Pemex, se hunde usted y se hunde México”. La toma de las instalaciones de Pemex por parte del ejército mexicano requería el diseño de una estrategia puntual para controlar al sindicato que, en la parte que se desee, bien podría estar comprometido con el robo de combustible, un monumental negocio de casi 200 mil millones de pesos al año. No me puedo imaginar, ni siquiera como novelista, que los 100 mil trabajadores de Pemex, los que para bien o para mal operan a la empresa, se declararan en huelga y emprendieran una marcha hacia el zócalo capitalino. ¿Cuánto tiempo resisitiría México paralizado por el sindicato, un fundado temor que padecieron los presidentes mexicanos de Cárdenas a Peña, mismos que tuvieron que someterse, en buena parte, al sistema de chantajes de los líderes sindicales de la petrolera?
Al error de enero de haber cerrado los ductos irresponsablemente y al error de diciembre de haber cancelado las importaciones de crudo y gasolina, se debe sumar el haber mandado al ejército a las refinerías sin un plan metódicamente detallado, para evitar una parálisis nacional de consecuencias imprevisibles. Una huelga en Pemex podría comprometer a la propia presidencia de la República: ¡cuidado!