Mientras la industria turística advierte, con preocupación, que algunas de las decisiones anunciadas por el nuevo gobierno tienen el potencial para generar profundas afectaciones directas al turismo mexicano, como la no continuación del aeropuerto en Texcoco y la probable cancelación de los recursos para la promoción turística del país, parece obligado hacer una valoración de los logros alcanzados por la administración saliente, así como los pendientes en la agenda del sector.

Tal vez el mayor fruto de los años recientes ha sido el reposicionamiento internacional de los destinos turísticos mexicanos (aunque en dicho plano internacional, estos sigan siendo, relativamente, pocos). Así, del 15 lugar en el ranking de llegadas de turistas internacionales alcanzados en 2012 el país se ubicará en el séptimo sitio para el cierre del año. Es cierto que parte de estos números tienen que ver con dos ajustes metodológicos en la medición de los turistas fronterizos, pero el volumen de los turistas no fronterizos —no implicados en el ajuste metodológico— que explica alrededor de 85% de los ingresos, alcanzará una tasa media anual de crecimiento en los últimos seis años de 11.1%, que duplica el aumento del turismo mundial en el mismo periodo.

Además de reconocer que en estos resultados se refleja una mejor política gubernamental en materia de comunicación en el tema de seguridad, el mantenimiento de las campañas de promoción turística y el esfuerzo empresarial, que contribuyó con más de 100 mil nuevas habitaciones en el periodo, no se puede ignorar que la mejora de las condiciones económicas del vecino país del norte, propiciaron una importante expansión en este mercado… al menos hasta agosto del año pasado.

Unido a lo anterior, habría que destacar, como parte de los logros alcanzados, la renegociación del tratado bilateral aéreo con Estados Unidos que sienta las bases para un fortalecimiento de la conectividad con el mayor mercado para el país, acción que se complementa con la decisión de emprender la construcción de un aeropuerto de clase mundial para la capital de México.

Independientemente del trabajo en mercados internacionales, un aspecto positivo adicional es el haber volteado, de nuevo, al mercado interior con el programa Viajemos por México que puede presumir de algunos resultados favorables, aunque de ninguna manera se cumplió la absurda tesis recogida en los lineamientos de la Política Nacional Turística (sic) de 2013, que establecía que se iba a “… hacer más accesible el turismo a todos los mexicanos”.

Lamentablemente, no todo fue miel sobre hojuelas y hay varios temas críticos que quedan como parte de los pendientes: la incapacidad de realizar los dos trenes anunciados en el Programa Nacional de Infraestructura, el recorte brutal a los recursos para inversión conjunta con los estados —en la segunda parte del sexenio—, el rezago en la implementación de las Zonas de Desarrollo Turístico Sustentable previstas en la Ley General de Turismo desde 2009, una mayor transparencia en la gestión del Consejo de Promoción Turística de México y el tiempo perdido en Fonatur, son algunas muestras.

Tendría que hacerse una mención especial al tema de la inseguridad, la violencia y la impunidad que son el Talón de Aquiles del sector, y que desde agosto del año pasado han provocado una clara desaceleración en los flujos turísticos del mercado norteamericano.

Fuera de toda duda y más allá del empeño y desempeño de las dos personas que ocuparon la titularidad de la Secretaría de Turismo, quienes, por cierto, en términos generales supieron responder a los retos que les tocó enfrentar, el mayor pendiente que queda, en mi opinión, es el hecho de que el turismo sigue estando relegado de la gran agenda nacional. Prueba de ello es que no estuvo presente en el Pacto por México, tampoco fue considerado en la Ley de Zonas Económicas Especiales y el gabinete turístico reestablecido en esta administración que concluye, nunca sesionó con la presencia del titular del Ejecutivo. No falta mucho para saber si esta tendencia se mantendrá un sexenio más, o al final el turismo es reconocido en su justa medida como una actividad con extraordinarias capacidades para generar desarrollo económico y contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas, razones que le confieren recibir una atención especial por parte del Estado mexicano: ya veremos…

Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía, Universidad Anáhuac México.

Twitter: @fcomadrid

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