Mucho se juega el turismo mexicano en esta semana ¿Por qué? Pues porque más allá de lo dicho —y lo no dicho— en los discursos y en algunas señales, las inminentes fechas de envío del paquete presupuestal por parte del Ejecutivo al Congreso, mostrarán en los hechos en qué medida estará presente la actividad turística en la agenda del nuevo gobierno.
Teniendo en cuenta que los apretones presupuestales vividos en el sexenio que concluye, condujeron a una reducción de 50% en términos reales de las asignaciones para el Sector Turismo, se debe reconocer que la mayor afectación de estos movimientos alcanzó, sobre todo, a los destinos, pues una parte importante del recorte era transferido por la Secretaría de Turismo a los estados para apoyar el desarrollo de pequeñas obras de infraestructura y equipamiento; el resto de los impactos se centró tanto en algunos programas institucionales de la Secretaría de Turismo, como en mantener el olvido del presupuesto público para recuperar las funciones debió ejercer Fonatur, como una agencia para impulsar el desarrollo.
En contraste, producto de los crecientes flujos de la demanda turística internacional, el presupuesto para las actividades sustantivas del Consejo de Promoción Turística de México se fortaleció, alcanzando niveles de unos 4,500 millones de pesos en el presente año. Estos recursos tiene su origen en el 70% de la recaudación total del Derecho sobre No Residente —DNR—, tasado en 500 pesos por cada pasajero aéreo residente en el extranjero que se interna en el país.
Anunciar que el proyecto del ‘tren maya’ sería fondeado con el ‘impuesto al turismo’ –que pareciera referirse al DNR en virtud de que no hay otro cobro fiscal similar–, ha generado una enorme preocupación en los empresarios del sector turístico, pues no se ha anunciado como es que se compensarían estos importantes recursos.
Muy difícil parece pensar que el CPTM desaparecería, pues el próximo gobierno ha anunciado la designación de una directora general; lo que no queda claro es cómo es que se llevarían a cabo las campañas de promoción turística internacional, en caso de que le sean retirados los recursos económicos provenientes del multicitado DNR.
Oteando el entorno, la preocupación tiene fundamento por varias razones; pero sobre todo, por la debilidad que a lo largo del tiempo ha tenido el turismo para hacerse presente en la arena pública. En consecuencia, es muy fácil tomar medidas sin una reflexión profunda que a la postre, no solo afectarían a la actividad turística, sino también a quienes forman parte de su cadena de valor; a los millones de trabajadores de la industria y sus familias; al entorno productivo y de servicios que atiende las necesidades de dichas familias; y, por supuesto a la captación fiscal generada por los consumos de los turistas. Los destinos turísticos con los que México compite conocen los beneficios del turismo y, por tanto, invierten importantes presupuestos para ganar la atención de los mercados. La Oficina de Visitantes y Convenciones de Las Vegas –un único destino competidor– planea ejercer alrededor de 160 millones de dólares en 2019, en acciones de publicidad, mercadotecnia y eventos especiales.
Así, las cosas, con el paquete presupuestal que deberá ser entregado en el Congreso a más tardar el sábado próximo, y que seguramente recoge ya los propósitos del nuevo gobierno, se tendrá una primera lectura más profunda de cómo se ve al turismo desde la perspectiva pública para los años venideros.
Ciertamente el Congreso tendrá tiempo para analizar la propuesta, y los actores de la industria y las circunstancias podrán incidir en las determinaciones finales. En este contexto hay que añadir que cada vez es más clara la tendencia de desaceleración de los flujos turísticos provenientes a México de nuestro principal mercado: Estados Unidos. De acuerdo con los reportes del Instituto Nacional de Migración, se reportan ya tres meses de caídas interanuales en este año, de los turistas que residen en dicho país y que se internan a México por la vía aérea. Este mercado representa un poco menos de 60% de todos los viajeros por esta vía. En el acumulado anual a julio el crecimiento en estos flujos es de sólo 1.1%, que compara muy desfavorablemente con el crecimiento promedio interanual de los últimos 36 meses que es de 10.9%.
Es muy importante señalar que esta caída no tiene que ver con una pérdida del apetito de viajes de los norteamericanos, ni con una debilidad en la economía del vecino país del norte. Muy probablemente, el mayor determinante de este comportamiento sea el incremento de la percepción de inseguridad en México. En consecuencia, además de resolver de fondo este tema, mucho se tiene que hacer en las tareas de mejora de la imagen del país y en ello la promoción turística debe jugar un papel protagónico.
Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía,
Universidad Anáhuac México. Twitter: @fcomadrid