Como parte de una bien estudiada coreografía repetida de forma anual, en el marco de la Feria Internacional de Turismo –Fitur– realizada en días pasados en Madrid, la Organización Mundial del Turismo (OMT) ha dado a conocer, como parte de su Barómetro Turístico, los resultados preliminares sobre el cierre del turismo internacional en el año que recientemente concluyó.
El indicador oportuno que tiene la mayor relevancia es el volumen de las llegadas de turistas internacionales que alcanzó un total de 1,401 millones, reportándose un importante incremento de 5.6% sobre el año previo y marcando un noveno año consecutivo de crecimiento.
En un entorno extraordinariamente complejo como el que enfrenta el mundo en las últimas fechas, sin duda se trata de una magnífica noticia y pone sobre la mesa, una vez, más, una importante cualidad del turismo: su capacidad de resiliencia. Así, el turismo sigue experimentando una importante expansión, no obstante los desafíos de fenómenos naturales, como la devastadora temporada de huracanes en 2017 que condujo a que el Caribe en su conjunto tenga un retroceso en 2018; la incertidumbre asociada a los términos del Brexit, así como las preocupaciones sobre la salud de la economía de algunos países europeos –con Italia entrando en recesión confirmada–; las tensiones propias del choque en el terreno comercial entre China y Estados Unidos; y otros múltiples retos que se presentan en diferentes regiones del planeta.
En realidad, y con un crecimiento promedio anual en la década que concluye de 4.8%, la idea que hemos sostenido sobre un segundo boom parece confirmarse pues dicha magnitud es superior a la registrada en cualquiera de las tres décadas previas (4.6, 4.5 y 3.4%, respectivamente en orden cronológico), lo que sin duda es, por demás, sobresaliente, pues las bases son cada vez más altas. La razón atrás de este comportamiento, en nuestra opinión, está asociada con la idea de que los viajes se han implantado, de lleno, como parte del estilo de vida de las sociedades contemporáneas.
2018 fue, especialmente, bueno para países como Francia que al mes de octubre registraba un aumento en sus flujos turísticos de 7.7%, con lo que continuará ocupando el primer sitio en el ranking mundial, seguido de España, Estados Unidos, China e Italia. Turquía sigue recuperándose a gran velocidad de los malos años que tuvo en 2015 y 2016, y al mes de noviembre reportaba un incremento de 22.6% que lo harán avanzar al sexto sitio desplazando una posición a México, a quien seguirán Alemania, Tailandia y el Reino Unido que enfrenta crecimientos negativos. Por sí mismo el descenso de un peldaño de México en este ranking no representa un mal mayor, sin embargo, lo que sí es relevante y supone una importante llamada de atención es que por vez primera desde 2013, el crecimiento de las llegadas a México se situará por debajo de la media mundial.
Los pronósticos iniciales de la OMT para este 2019 son, más bien conservadores, y anticipan un crecimiento de la demanda turística internacional de entre 3% y 4%, y para la región americana son, incluso, menores situando el incremento en los flujos turísticos entre 2% y 3%. En línea con lo anterior, el Centro Anáhuac de Investigación en Turismo hacía públicas sus expectativas para México previendo un crecimiento de 4.5% en las llegadas de turistas internacionales, 3.5% en las llegadas de turistas no fronterizos (que explican 85% de las divisas turísticas) y 3.5% en los ingresos por visitantes internacionales con lo que luego de que el 2018 fuera el año de la desaceleración, el presente año se perfila para México como uno de bajos crecimientos.
De la mano de lo anterior, y si no se identifica con prontitud el mecanismo alterno para sustituir el trabajo realizado por el Consejo de Promoción Turística de México en los últimos años, en los que había certeza sobre la disponibilidad de recursos públicos para la promoción turística, no se puede descartar que hacia el segundo semestre del año pudieran empezar a presentarse comportamientos negativos en los flujos turísticos al país.