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A las 6 pm entré con mi familia al Bar Du Marché , en el 53 de la Rue Vieille du Temple , en el barrio parisino de Le Marais . Nadie nos lo había recomendado ni figuraba en ninguna guía, simplemente queríamos comer en aquella zona luego del maratón y el taxi nos dejó en la esquina.
Después de Tokio y Kioto , es precisamente en la Ciudad Luz donde más restaurantes con estrellas Michelin se cuentan. Entre ellos brilla La Condesa , del mexicano Indra Carrillo , adonde fuimos unos días antes.
A veces podría parecer que uno llega a un lugar nada más porque sí, pero siempre hay una razón que no necesariamente se distingue a primera vista. Mientras la camarera nos conducía a la única mesa disponible al interior del Bar Du Marché , mi mujer y yo descubrimos el resplandor de una medalla del maratón, que colgaba orgullosa de un clavo junto a las botellas de la barra.
Ambos le pedimos vino tinto para celebrar nuestros 42 y pico de kilómetros, y enseguida le pregunté quién de los que ahí trabajaban había también corrido, a lo que sonrió y respondió que nadie. “La medalla es de un cliente”, nos explicó Derya , de unos 50 años, en un francés que ante mi curiosidad comenzó a traducir mi esposa.
“Se llama Tony , tiene 73 años y todas las noches desde hace mucho viene a tomar una copa de vino antes de irse a su casa”.
Aquella mañana, Tony cruzó la meta en 6h7 min. Camino a su apartamento hizo una parada en el Bar Du Marché . Por primera vez en tantos años no fue por su copa de vino, sino a regalarle su medalla a Derya.
“Me la dio porque me quiere”, contestó visiblemente emocionada a mi igualmente conmovida pregunta. Según Derya , Tony fue primer lugar de su categoría y, además, asegura, en su juventud alcanzó a cronometrar 2h10 min. Habría que investigarlo, pues, de ser así, este solo sería el colofón de la historia de un extraordinario y posiblemente famoso corredor.
“Cada año se evalúan las estrellas”, me explicó Indra, el chef más joven en ganar una, “aunque realmente te las ganas todos los días. La constancia de tu trabajo es lo único que te permite sostener tu estrella. Y no te debes dejar llevar por el miedo de perderla, sino por el deseo de ganar otra”.
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