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Los efectos que tiene la contaminación ambiental en nuestra salud, particularmente en los que vivimos en grandes ciudades, ya comienzan a ser más notorios, dañinos y costosos para todos.
Las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera han aumentado a tal grado que más del 95% de la población mundial en algún momento del año está respirando aire que contiene niveles insalubres de contaminación de acuerdo con Health Effects Institute.
Por ello, dichos como “te cobran hasta por respirar” pasó de ser una frase ilustrativa a una realidad que refleja las consecuencias de los altísimos niveles de la contaminación que padecen varias ciudades.
Por ejemplo, para el hotel de lujo Cordis en Shanghai, la calidad del aire es uno de sus principales atractivos. De acuerdo con The Guardian, todo el aire que entra en el Cordis pasa a través de dos niveles de filtración y se limpia continuamente, mientras que las ventanas de doble vidrio permanecen cerradas para sellar el aire fresco del interior, y cada una de las habitaciones está equipada con un monitor de contaminación.
Algunos de los sitios con el aire más puro de Delhi, la capital de la India, son las aulas donde toman clase los hijos de los más acaudalados, las cuales cuentan con sistemas de filtración de aire de grado industrial. Las escuelas que no cuentan con este tipo de infraestructura suspenden clases frecuentemente por los altos niveles de contaminación.
La Organización Mundial de la Salud mide la contaminación del aire con base en la concentración en el ambiente de pequeñas partículas dañinas para la salud, concretamente mide la concentración de partículas con un diámetro menor a 2.5 micrómetros (PM2.5). Una calidad de aire aceptable sería menor a 20 PM2.5.
En este contexto, la ciudad más contaminada de México es Monterrey con un PM2.5 de 36, superior a la concentración de las partículas dañinas en la Ciudad de México con 22 PM2.5.
Para poner en contexto la contaminación de las metrópolis mexicanas, la concentración de PM2.5 es de 29 en Santiago, Chile; 16 en París, Francia; 73 en Beijing, China y 143 en Delhi, India.
Se calcula que el aire tóxico causa alrededor de 7 millones de muertes prematuras por año en el mundo y es responsable de una serie de afecciones médicas que incluyen cáncer de pulmón y ataques cardíacos. La contaminación también daña los cerebros en desarrollo y conduce al deterioro cognitivo, sobretodo en las habilidades lingüísticas y matemáticas en los niños.
Lo anterior es sumamente preocupante, ya que 98% de las ciudades que superan los 100 mil habitantes en los países de ingresos medios y bajos no cumplen con los lineamientos de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud.
Las ciudades prósperas siempre desprenden abundancia de energía humana que se expresa de formas distintas y permiten que las personas colaboren unas con otras. Sin embargo, la calidad del aire y las afectaciones en la salud dificultan que una ciudad atraiga y mantenga a las personas talentosas. En un entorno tóxico no se puede ser productivo, innovador o creativo.
Por ello, tenemos que atender el tema de la calidad del aire y de la movilidad en las zonas urbanas. Al densificar a las ciudades se disminuye la necesidad de que la gente tenga que recorrer grandes distancias, dándole preferencia al transporte público poco contaminante, a las bicicletas y a los pasos peatonales.
El problema de la contaminación ambiental, como muchos otros retos que enfrenta la humanidad, rebasa la capacidad de gestión de cualquier gobierno, por lo que se requiere la colaboración de todos para darle una solución.
Organismos multilaterales como la ONU están ejecutando y articulando una estrategia a nivel mundial con todos los niveles de gobierno, las empresas, sociedad civil y la academia con el objetivo de reducir la emisión de gases contaminantes.
De acuerdo con la comunidad científica esta es la última generación que tiene la capacidad de revertir los efectos nocivos de la contaminación ambiental, haciendo un llamado urgente para que el mundo reduzca drásticamente la emisión de dióxido de carbono a nuestra atmósfera.
Debemos acelerar la transición hacia las energías renovables y ejecutar políticas públicas urbanas que garanticen un entorno propicio y saludable para que las personas desarrollen todo su potencial.