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Perro no come perro. Es un hecho, pero —ante la situación— es importante entender los contextos para que la industria pasional del futbol entienda los retos y momentos que vivimos. No sólo con sus nuevas audiencias y fanáticos, sino también en sus medios.
Estamos en la era de los que abren sus pasiones y comunican con mayor naturaleza los goles y las decepciones. El problema y el reto radica en no perder el ejercicio de la verdad, servicio básico al que nos debemos todos los que queremos informar.
Podemos debatir si nos gusta o no un gol, polemizar quién jugó mal y hasta juzgar el trabajo arbitral, pero regresar a la moda de 1980, cuando un medio masivo de comunicación se hizo popular por ser contracultural y dar a entender ciertos arreglos del sistema... Así se siente con esos colegas que, sin pruebas ni fundamentos, desbordan sus comentarios generando teorías de la conspiración para asegurar que a las Chivas les regalaron un partido, pero aún peor, usan la palabra “ ROBO ” con tanta naturaleza ante la interpretación de las reglas.
Afortunadamente, no estamos en la década del Chavo del 8 y las noches de En Caliente para creer que hay fuerza oscuras que manejan los resultados de nuestra máxima liga de espectáculo. Lo desafortunado es que, en aras de unos RT’s, likes o clicks, se malVARata el lenguaje y el ejercicio del periodismo deportivo. #Abusados compañeros: una cosa es apasionarnos en el análisis y otra decir que robaron, cual vil ladrones, un partido de futbol.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A los debates del nivel del arbitraje, sin evolución en nuestras ideas, con todo y las herramientas de la tecnología.