Hagamos conciencia. Es un hecho que en la mayoría, si no es que en todas las selecciones, menos la mexicana, hay un común denominador: es un orgullo ser seleccionado.
Falta ver a la Albiceleste, al mismo Messi, quien en sus torneos y eliminatorias no falla, aunque siga sin ganar algo. Alemania, aunque en la mayoría de sus juegos son muy superiores, hay una tremenda seriedad para encararlos.
A lo mejor, el problema de acá es saber si ya se cansaron de que la Copa Oro , al jugarse cada dos años, desgasta física y emocionalmente a los convocados. Está claro que el nivel de este torneo no llama la atención ni se puede comparar con la Copa América.
Bolivia es la selección sudamericana que se encuentra peor rankeada por la FIFA , en la posición número 63. En esta edición de Copa Oro hay 10 selecciones con menor ranking que los bolivianos; es decir, más del 50% de los equipos en el torneo de la Concacaf son peores que la selección más débil de Sudamérica.
Ni siquiera el tema económico es más atractivo. Mientras que el ganador de la Copa Oro se llevará un millón de dólares, el de la Copa América 7.5. ¿Cuántos futbolistas que jugarán esta Copa Oro pueden presumir de militar en los equipos élite de Europa? Christian Pulisic y nadie más, mientras que en la Copa América se encuentran decenas de jugadores que nutren a los mejores equipos europeos.
De ahí surge una pregunta natural: ¿Si este verano México hubiera jugado Copa América, se darían las mismas bajas?, ¿berrinches o posturas valientes de nuestros seleccionados?
¡Bienvenidos, bienvenidos! A un verano que será mucho más pesado de lo que imaginaba el Tata Martino.