Más Información
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
Con reformas laborales, expertos ven estrategia de Morena; van a fortalecer su número de simpatizantes
Alito Moreno se reúne con familiares de prisioneros de Israel en Marruecos; pide su liberación antes de Navidad
Javier Guzmán, hijo de un secuestrado que en cuatro años nada se ha sabido de él, y de Mariana, una doctora en medicina, cumple 15 años, y como regalo su madre lo lleva a un paraíso tropical. Los recibe Elena, la mejor amiga de la época universitaria de Mariana, que tiene tiempo y medios para brindarles una atención especial. Lo que pasa en ese paraíso no se queda en ese paraíso, sino que se convierte en tema de la novela de Octavio Escobar Giraldo, Mar de leva, publicada por Penguin Random House en mayo de 2018, en Bogotá, Colombia. El autor estuvo presente este fin de semana en el Festival Letras de Tepic, un evento que se las arregla para tener como invitados a escritores de primer nivel y una organización impecable.
Elena es una mujer de empuje, llena de ideas atrevidas y con un regalo espectacular para el quinceañero, que hace que Mariana se oponga en un principio, aunque termina por ceder. Es un presente, que si bien un padre podría obsequiar a su hijo, creo que muy pocas madres se atreverían a provocar de esa manera algunos de los instintos más significativos de sus vástagos. Javier es un chico contemporáneo; pertenece a varios grupos en WhatsApp; el más importante es en el que está Daniela, su novia, que le manda fotos en lencería y osadas propuestas como regalo de 15 años que dejan al joven un poco tembloroso. Mientras él está en esta playa, ella y sus amigas organizan una pijamada que a Javier le estimula la imaginación más de la cuenta. Durante la celebración con las señoras, recibe autorización para beber ginebra y es capaz de soportar los efectos posteriores. Ambas mujeres tratan de no mencionar al padre desaparecido más de la cuenta, aunque Mariana le cuenta a su amiga la forma en que se hizo el operativo y las dificultades para los contactos posteriores con los secuestradores.
Octavio, que nació en Manizales, Colombia, en 1962, es un escritor prolífico, premiado lo suficiente para ser considerado uno de los mejores continuadores de la siempre potente literatura colombiana. Su mayor virtud es su manera de equilibrar la emotividad en su narrativa, así como el manejo libre del lenguaje sin definirse por ningún código que no sea el de escribir bien. En el caso de Mar de leva, consigue un contrapunto perfecto entre Elena y Mariana manteniendo a Javier en medio. El chico es listo, y siempre trata de tomar decisiones que no hieran a su madre ni alienten el desparpajo de la anfitriona. Un aspecto interesante es que el contexto se convierte en personaje. Elena describe perfectamente la ciudad donde se encuentran, su mitología y cómo se liga con su historia personal. Don Jacobo, su padre, es parte de los recuerdos que la relacionan con ese puerto donde ha transcurrido gran parte de su vida. Tampoco tiene empacho en señalar una ciudad donde los conflictos son latentes: “Quedamos en primera fila para la bala perdida”, comenta; igualmente no oculta que es un lugar donde se proporciona toda clase de servicios a los turistas, desde restaurantes de cinco estrellas, paisajes irresistibles y sexo para todos los gustos y preferencias.
Colombia es el país que mejor aprovecha las frutas: para aguas, postres y guarniciones. Para cocinar. Seguramente son parte de su acendrada sensualidad. La comida es una variedad de sabores y muy energética. Y no me olvido del café. Desde luego, en Mar de leva no sólo se bebe ginebra, también se come. Como estoy de acuerdo en que para muestra un botón, sólo les cuento de este exquisito desayuno: arepas de huevo rellenas de chicharrón: “Comieron despacio, disfrutando de los sabores del huevo, la cebolla, el tomate, el chicharrón y el maíz frito”. Agrego que bebieron una jarra de jugo de corozo. El autor, que es un sibarita, no deja de enviar señales para los que amamos comer sabroso. No tengo dudas de que usted, además de su pasión por la lectura, también forma parte de este grupo que hace fiesta en cualquier restaurante del mundo. Esta novela, además de utilizar la realidad colombiana como telón de fondo, nos acerca a un joven en una edad difícil, que sin querer hace un descubrimiento familiar que no lo sorprende, y que decide manejar con respeto. También nos da una idea de los temas posibles en la literatura de un país famoso por la identidad de sus artistas. Espero que reflexionen sobre la complicada evolución de los adolescentes. Ya me contarán.