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La novela Los sueños de la serpiente, de Alberto Ruy Sánchez, publicada por Penguin Random House Alfaguara, México, en septiembre de 2017, ganadora del premio Mazatlán de Literatura 2018, es un compendio de voces mezcladas con sus ecos que poco a poco van abriendo la historia hasta proponer un tiempo espeso en el que el autor entra y sale como por entre las rejas de su propia propuesta literaria. “Todos y cada uno de los libros que he escrito…” Confiesa, “en algún momento han sido todo eso: mis manicomios, mi prisión, mi refugio y también mi valle, mi mar, mi mundo, mi universo.” Como pueden notar, variaciones sobre todos los temas. Quizá por eso Alberto Manguel no tiene empacho en reconocer que “es uno de los libros más entretenidos, intensos y originales que he leído en mucho tiempo.” Y para ser sincero, me ha pasado exactamente lo mismo.
Alberto Ruy Sánchez, que nació en la Ciudad de México en 1951, es un autor que es parte de la vida literaria de nuestro país desde hace muchos años. Su literatura es una provocación a la imaginación, al intelecto y sobre todo a los sentidos, esos detectores diminutos que están por nuestro cuerpo y son testigos importantes de nuestro curriculum vitae. Leer a Ruy Sánchez es jugar en un universo narrativo lleno de escaleras de Escher y sus sombras de focos rojos. En el caso que nos ocupa, el símbolo de la serpiente se enriquece: nos señala los ojos, los divide en redondos y alargados y la Silueta, el personaje que propone las reglas del juego y que es capaz de inventarse y reinventarse a sí mismo, lo lleva más allá de la manzana, Quetzalcóatl o la dicotomía de la medicina. Es la puerta de entrada por la que aparecen Sylvia Ageloff, Ramón Mercader, Lev Trotsky, Aloïse Corbaz, Adolf Wolfli, Olvier Sacks, Rilke, Lenin, Stalin, Frida, Rivera, Siqueiros y el autor que nos dice que, “la memoria nunca es un duplicado del pasado sino un continuo acto de creación.”
Paulatinamente, cada uno de los gajos de esta sugestiva novela se van abriendo y cerrando como flor de planta carnívora. Alberto se extiende a recursos complementarios que van directo a la imaginación, que funcionan para dar aire a la lectura y descubrir caminos y muros que se afirman o desvanecen según el momento en que el proceso narrativo lo exija. Encontramos fotos de dibujos famosos y de los personajes mencionados, lo mismo que un collage inquietante lleno de misterios y rutas por donde podría ir la historia. Hormigas. Con prosa vivaz, libre y perfectamente desarrollada, sentimos cómo cada uno de esos gajos de tiempo pasan del sueño a los espacios físicos, de los sentimientos a los deseos, de la ficción a la historia real. Ruy Sánchez nos comparte esta idea refiriéndose a Rilke: “Si algo seduce y marca en Los cuadernos de Malte es el rechazo al modo realista de contar historias, el rechazo a la idea de una novela tradicional, que parezca que la vida tenga unidad, trama y desenlace, personajes con psicología y lectores semidormidos.” Sin duda, ambos son lectores de Cervantes, nuestro referente mayor.
En Los sueños de la serpiente hay una idea que encontré algunas veces en la literatura del siglo pasado, pero en territorios narrativos donde era probable, como la ciencia ficción. Lo trascendente es que aquí aparece en un acercamiento desde un ángulo distinto, novedoso y fascinante para los alcances de la narrativa contemporánea. Así la expresa Alberto Ruy Sánchez, refiriéndose a la fuente de una historia: “Que nos la cuente la casa, que de cualquier manera, como muchos de nosotros aquí, ella habla mucho y habla sola.” Es claro que habitamos nuestras casas, pero que ellas también nos habitan. La Silueta cuenta también su experiencia en la vida política de la Unión Soviética, y resultan tremendas sus revelaciones relacionadas con el régimen y sus cabecillas, la descomposición del proyecto socialista y el artero error de depender de una figura mesiánica. Comparte sin temores un planteamiento de Bertrand Russell que los mexicanos hemos padecido por años: “Es un peligro… la tendencia a ver al líder y al Partido como mesías incuestionable… el mesianismo… lleva a un callejón histórico sin salida.” Esta no es una idea menor para las circunstancias concretas que estamos viviendo en nuestro país, donde las elecciones son inminentes. Estoy seguro que esta novela los sacudirá fuertemente pero se sentirán bien. Más cerca de sí mismos. Ya me contarán.