Las Fuerzas Armadas iban en caballo de hacienda.
Los diputados aprobaron el proyecto de López Obrador para militarizar la seguridad pública en México.
Los gobernadores del Partido Revolucionario Institucional, se adhirieron.
Nada extraño.
Los priistas se tomaron la foto con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el de Defensa, Luis Cresencio Sandoval; el de Marina, Rafael Ojeda; el de Seguridad, Alfonso Durazo, y el Consejero Jurídico, Julio Scherer.
La imagen quedó para el registro.
Ningún dato, diagnóstico, argumento, de los muchísimos que se expusieron en las audiencias públicas del Congreso, fueron contemplados.
El Presidente ignoró lo que organismos nacionales e internacionales, ciudadanos, expertos y víctimas expresaron en los foros parlamentarios, sobre el fracaso de la estrategia fallida y los peligros de instalar una Guardia Nacional militarizada.
En su conferencia matutina, descalificó a la sociedad civil.
Es más, no quiso escucharse ni a sí mismo.
Circuló en redes lo que dijo hace 9 años: “Juárez… nos dejó muchas enseñanzas… su vocación civilista… sabía que no podíamos apostar a una República militar… esto es una enseñanza mayor. Nos debe de servir para entender que no es con el Ejército como se pueden resolver los problemas de inseguridad y de violencia… Ya estamos viendo cómo se están violando los derechos humanos… no podemos nosotros aceptar un gobierno militarista…” Apuntó en aquel entonces.
De vuelta al 2019, cuando todo indicaba que el destino se pintaría verde y la bota marchaba con paso firme en la Cuarta Transformación, el jueves 21 de febrero los senadores de todos los grupos parlamentarios, incluido el mayoritario en el poder, dieron la sorpresa.
Lograron, por unanimidad, un acuerdo a favor de una Guardia Nacional de carácter civil.
Se aprobó con 127 votos a favor, cero en contra, cero abstenciones.
El dictamen contempla que las Fuerzas Armadas continúen trabajando en tareas de seguridad por 5 años, mientras se conforma la Guardia. Su salida será gradual.
Los mandatarios de los estados, además de tomarse la foto, tendrán que cumplir con su parte. Enmendar el desastre. Deberán presentar un plan de fortalecimiento de sus policías. Así como un informe anual sobre el avance de sus tareas.
El dictamen regresará a la Cámara de Diputados. Se desconoce en qué sentido votarán.
Pero en estos tiempos de intensa confrontación, prevaleció el diálogo en la Cámara Alta.
Los legisladores morenistas, coordinados por Ricardo Monreal, se sumaron. Dieron ejemplo.
¿Consultaron los cambios previamente con Andrés Manuel? ¿Lo sabía el Ejecutivo? ¿Lo aprobó?
Lo que queda claro es que ayer el Senado cumplió.
Ganó la democracia. Ganó la inclusión.
Ganó la vocación civilista de Benito Juárez que enarboló el AMLO del 2010.
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