Independientemente del cochinero electoral, Miguel Barbosa fue un mal candidato a la gubernatura de Puebla.
Hoy sería pésimo.
No representa la mejor opción para el Movimiento de Regeneración Nacional, luego del dramático fallecimiento (cuya investigación está en curso) de sus contrincantes: la gobernadora Martha Érika Alonso y su esposo, coordinador de la bancada panista en el Senado, Rafael Moreno Valle.
Barbosa tomará la decisión cuando se presente la convocatoria.
Dijo que se siente limpio para aspirar a cualquier cargo. Que todos deben contribuir a la estabilización.
Pero su sola presencia no lo hace. Justo, ese es el tema.
Ayer, en Aristegui Noticias, declaró que a Xóchitl Gálvez y a Martha Tagle les consta que el poder público de Puebla lo asedió.
La diputada Tagle respondió en su cuenta de Twitter: “@MBarbosaMx no te queda victimizarte. No soy del PAN, no hablo en su nombre. Hablo porque te conozco, porque viví cómo operabas en el Senado, porque vi cómo te hiciste de la candidatura de Morena, y porque como poblana estoy convencida que tu candidatura solo polariza y no aporta”.
Tras la caída del helicóptero y la muerte de Martha Érika Alonso, Rafael Moreno Valle, Roberto Coppe, Marco Antonio Tavera y Héctor Baltazar pulularon los mensajes oportunistas y mezquinos de políticos y periodistas que especularon, desinformaron y hasta aprovecharon para pegarle a Andrés Manuel.
Martha Tagle no fue de ese grupo.
Al contrario. Condenó las consignas contra Olga Sánchez Cordero. Llamó a la prudencia, a bajarle a las descalificaciones y manipulación.
Hasta ahora, se ha caracterizado por ser una mujer informada y responsable de sus dichos y hechos. Una crítica y opositora con argumentos.
El presidente López Obrador debería escuchar a esas otras voces, dentro y fuera de su partido, que toman distancia de las eternas campañas de adulación o golpeteo.
En Puebla, Barbosa perdió. El Tribunal Electoral se desgastó. Y, trágicamente, la familia gobernante murió.
La entidad —señalada por deudas, corrupción, inseguridad y huachicoleo—, merece una oportunidad distinta.
Razones y pasiones:
La Suprema Corte vivió un cambio positivo.
En un ambiente conservador, llegó a la presidencia un ministro progresista: Arturo Zaldívar.
Entre otros temas, se ha expresado a favor de la defensa de derechos humanos y en contra de los intentos por militarizar la seguridad pública en el país.
También, ha sido autocrítico de los abusos y excesos del Poder Judicial. Ha remarcado la necesidad de una renovación interna.
Y en su discurso de arranque mandó dos mensajes claros.
Primero, a AMLO: “Iniciaremos un diálogo constructivo y fructífero… Dialogaremos siempre partiendo del supuesto de la defensa de nuestra independencia”.
Y después, a las y los propios ministros, magistrados y jueces: “La independencia judicial no es una cuestión teórica. Es algo que se defiende todos los días con nuestras sentencias, con nuestros proyectos, con nuestros votos. Pero también, con nuestra conducta pública y privada.”
Así sea.