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Una parte interesantísima de la transformación que está viviendo México es el impulso y consolidación de un nuevo modo de hacer agricultura y alimentarse de forma saludable, como marca su Constitución Política y el compromiso con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030.
Tres significativos eventos nacionales, en donde la FAO ha participado y apoyado, evidencian y sustentan la presente percepción. Se trata de iniciativas promovidas por relevantes actores sociales como el Poder Legislativo, con la instalación del Frente Parlamentario Contra el Hambre; la Sociedad Civil que forma parte de la Campaña Nacional Sin Maíz no Hay País con el “Foro por la Construcción de un Nuevo Modelo Agroalimentario” y el Gobierno Federal con el Foro “Fortalecimiento de la Alimentación y Entornos Escolares: Rumbo a una Política Pública Alimentaria Integral”.
La FAO considera que erradicar el hambre, combatir la malnutrición y promover una agricultura sostenible, mediante una transición del actual sistema de producción agrícola hacia prácticas agroecológicas , es una decisión política que debe estar al más alto nivel de las agendas públicas de los países.
Las iniciativas mencionadas tienen un gran potencial para animar agendas permanentes pues están convocadas por el poder legislativo, el ejecutivo y la misma sociedad civil. Percibimos una agenda pública nacional, que revela que los cambios, tan esperados y necesarios, para transformar el actual sistema alimentario en México están en curso. Es visible y nos da esperanza pensar que estamos frente a una fuerza social trasformadora, aunque este movimiento, como todos, también tenga sus retos, inercias y contradicciones.
No es coincidencia que en estos tres eventos estuvieran presentes representantes de los principales actores sociales: Academia, Legisladores, Subsecretarios de Educación, Agricultura y Desarrollo Rural y Salud; Representantes de Organismos Internacionales como FAO , OMS y UNICEF. Se trató de plasmar la deseada agenda intersectorial, multidisciplinaria y participativa para enfrentar los grandes problemas de políticas públicas, como las distintas formas de malnutrición, la insostenibilidad ambiental de los sistemas productivos agrícolas actuales, los efectos a la salud humana, la necesidad de fortalecer las capacidades para garantizar la inclusión social, productiva, financiera y económica y reducir así la pobreza rural.
La instalación en la LXIV Legislatura del Frente Parlamentario contra el Hambre posibilitará que las legisladoras y los legisladores hagan los cambios necesarios en el marco legal y normativo de todos los asuntos vinculados con las políticas públicas agroalimentarias. El Frente es un espacio para promover la regulación necesaria para reordenar todo el sistema alimentario y así garantizar el cumplimento de las obligaciones del Estado y el bienestar social, con amplia y democrática participación.
Durante el Foro por la Construcción de un Nuevo Modelo Agroalimentario , se expresó la voz de los movimientos sociales tanto del campo como de la ciudad. Su propuesta: contribuir con el Gobierno en la construcción de un modelo agroalimentario “donde las personas, los sujetos colectivos, los ejidos y las comunidades sean el centro de las nuevas políticas hacia el campo y estén representados en el Plan Nacional de Desarrollo”. Las voces del Foro plantean el respeto a los ecosistemas y sus servicios, la promoción de la economía social campesina indígena, el consumo de alimentos frescos, locales y saludables, la protección del maíz mexicano y la tortilla de calidad.
En el Foro “Fortalecimiento de la Alimentación y Entornos Escolares: Rumbo a una Política Pública Alimentaria Integral”, organizado por el Sistema Nacional de Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) con el apoyo de la FAO , el Gobierno de México envió mensajes valiosos que apuntan hacia la implementación de instrumentos de política alimentaria escolar que garanticen el derecho de las niñas y los niños a la alimentación suficiente, nutritiva, de calidad, y culturalmente apropiada, liberando así al país de la epidemia que sufre de sobrepeso y obesidad infantil.
Es esperanzador el compromiso de las autoridades de Educación y Salud para convertir a las escuelas en espacios saludables. La implementación de un Programa Nacional de Alimentación Escolar que pueda combinar políticas nutricionales con políticas públicas de desarrollo territorial, a través de las compras públicas de la agricultura familiar campesina para la preparación de alimentos frescos (comidas calientes) en los comedores escolares ha sido una de las estratégicas con mayor poder de transformar situaciones de malnutrición y pobreza rural como la que vive México en la actualidad.
No hay duda que las mexicanas y los mexicanos han puesto en marcha una desafiante y prometedora agenda pública rumbo a la soberanía alimentaria y la seguridad nutricional. Es verdad, hay mucho camino por recorrer, pero, como ha dicho el cronista brasileño, Barao de Itararé: “cinco kilómetros empiezan con cinco centímetros”.
Enhorabuena.