La semana pasada en estas Historias de Reportero publiqué una columna titulada: AMLO da muestras de que ya aprendió. Expuse que descubría a un López Obrador disciplinado, incluyente, que no se peleaba con la prensa ni el empresariado, que no mandaba al diablo a las instituciones, que sonreía y bromeaba en lugar de enojarse.
Debo ofrecer una disculpa a los lectores: me apresuré a sacar conclusiones sobre ese “nuevo” López Obrador.
Lo que atestiguamos antier fue un deja-vú, un horrible regreso al pasado, un Andrés Manuel enojado, que no suma sino resta, que odia, intolerante, autoritario, que no ríe, que teniendo todo para ganar hace todo para perder. Antier regresó el “viejo” López Obrador:
Jesús Silva Herzog Márquez, una de las mentes más brillantes del análisis político, cuestionó el oportunismo de AMLO al incorporar a su movimiento a toda suerte de lacras de la política. Es un tema que le han reclamado hasta sus más leales, como la internacionalmente galardonada escritora Elena Poniatowska.
López Obrador no se aguantó: llamó a Silva Herzog Márquez secuaz de la mafia del poder, fresa fifí, articulista conservador con apariencia de liberal. No contestó con ningún argumento. No explicó la viabilidad política ni el fundamento estratégico de sus alianzas. Nomás insultó. Y no reparó en que en su artículo AMLO 3.0 Silva Herzog Márquez reivindicó una nueva faceta menos sectaria en el líder opositor.
Enrique Krauze, intelectual mexicano de talla mundial, salió a defender a Silva Herzog con seis palabras: “el mesianismo condena, el liberalismo debate”. En respuesta, no hubo debate, nomás condena: “en buena lid y con todo respeto, tú también eres de aquellos profundamente conservadores y que simulan con apariencia de liberales…”, le puso Andrés Manuel. Krauze lo retó a debatir, con respeto y en buena lid también.
Tomemos nota del hecho, a ver si es sólo un exabrupto de un día o un punto de inflexión en la campaña.
Un día que revive la mayor debilidad del jefe de Morena: la incertidumbre que genera. ¿Cuál es el verdadero Andrés Manuel? ¿Cómo será si gana la Presidencia? Incertidumbre sobre su trato a quienes piensan diferente, sobre si respetará la libertad de expresión, la democracia, sobre cómo conducirá la economía. En tantos años de actividad política, López Obrador se ha encargado de dar suficientes declaraciones contradictorias como para sostener cualquier argumento: hay para quienes aseguran que puede ser un autócrata que llevó a su país a la crisis como el venezolano Hugo Chávez y hay para quienes sostienen que será un izquierdista modernizador como el brasileño Lula.
Mientras, sus rivales deben estar felices: van a explotar que “ya se mostró tal cual es”. AMLO les exhibió que es fácil sacarlo de sus casillas. Es esperable que en los debates traten de conseguirlo y que López Obrador presente al público su peor cara.
SACIAMORBOS. Más de uno habrá pensado que con esos tuits Andrés Manuel se parece a Trump. Mientras, en Estados Unidos, Trump lleva más lejos aquello del “yo sé que no aplauden” de Peña Nieto, y acusa a los demócratas de traidores a la patria por no haberlo ovacionado en su informe.