El presidente electo volvió a quejarse de la prensa. Lo curioso es que esta vez no lo hizo ante una denuncia en su contra, de su partido o sus aliados políticos. Criticó a los medios de comunicación mexicanos para defender a una de sus más añejas rivales desde que los dos militaban en el PRD, la secretaria Rosario Robles, actual titular de Sedatu, y de paso tender su manto de indulto sobre el presidente Enrique Peña Nieto y quien sea que integre el mando más alto de lo que Andrés Manuel López Obrador ha bautizado como “la mafia del poder”.
Es decir, en lugar de lanzarse contra los supuestos mafiosos, prefiere zarandear a la prensa que exhibe los escándalos de corrupción.
Sucedió cuando le preguntaron sobre las secuelas de la Estafa Maestra y los envíos millonarios de dinero en efectivo a domicilios desconocidos. La Estafa Maestra fue un reportaje que publicó en septiembre de 2017 el portal Animal Político, que potenció una investigación de la Auditoría Superior de la Federación sobre cómo se usaban universidades e instituciones autónomas para simular trabajos y desviar dinero. En estas Historias de Reportero un servidor reveló hace seis meses que los fiscalizadores habían detectado extraños movimientos de aproximadamente 300 millones de pesos en efectivo trasladados en camionetas de valores a domicilios particulares, y que estaban bajo investigación algunos de los más cercanos colaboradores de Rosario Robles. La semana pasada el diario Reforma abundó que la cifra ya era de 700 millones y aportó más detalles.
Ante ello, le preguntaron a López Obrador sobre el asunto:
—¿Rosario Robles es un chivo expiatorio, sí o no?
—Sí, como otros, porque a los de la mafia del poder y a algunos medios de información les gusta mucho ofrecer circo a la gente y nosotros ya no queremos eso.
—¿Y es un circo esto de Rosario, de los desvíos?
—Sí, porque no fueron al fondo. Nunca cuestionaron a los responsables, a los jefes del saqueo desde tiempo atrás. Llevan 30 años saqueando al país y los medios de comunicación calladitos. Agarrando que “al gobernador de no sé qué estado, qué barbaridad, que la secretaría no sé qué, que el presidente municipal”, y los jefes de jefes gozando de impunidad y sin perder ni siquiera su respetabilidad.
Es decir, el presidente electo critica a los periodistas porque claramente no le bastan Rosario, Borge, Duarte. ¿No le bastará tampoco que se ha apuntado la responsabilidad política del presidente Peña Nieto en todo esto? Quizá no: de todas maneras, anunció en esa misma declaración que no lo va a perseguir. ¿O estará pensando en Salinas? ¿Quiénes son sus “jefes de jefes”?
Vaya circo en el que se acaba de meter López Obrador: que ante una acusación de desvíos no basten las pruebas, sino que escalen hasta arriba, sea como sea, pero hasta arriba.
¿Estaría pidiendo también salpicar a los “jefes de jefes” tras las acusaciones del INE sobre los desvíos del dinero del sismo a operadores políticos de Morena (que serían, deduce uno, chivos expiatorios)?
SACIAMORBOS. En 2004, cuando López Obrador era el líder máximo del PRD y jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, estalló el escándalo de Carlos Ahumada, y en Rosario Robles se concentraron todas las condenas y la expulsión del partido. ¿Ella operó el financiamiento ilegal? Sí. ¿Se beneficiaron otros arriba de ella? Sí, entre ellos su jefe político, López Obrador. ¿También entonces fue Robles un chivo expiatorio?