Es usual que después de una contienda presidencial se realicen cambios en las reglas de juego electoral. No pocas veces esos cambios son frutos de la presión democrática de la sociedad, pero también las reformas electorales han tenido como motor la venganza, la revancha.
Cualquiera que sea el sentimiento, lo que nos ha quedado claro a los mexicanos después de estos largos, interminables, tediosos, desesperantes meses de campañas es que hay muchas cosas que cambiar. Porque el diseño actual ha quedado viejo y lejos de motivar a la ciudadanía, decepciona, harta e incluso puede llegar a inhibir la participación.
Planteo algunos cambios que se me antojan indispensables como saldo de la contienda presidencial 2018.
1.— Reducir drásticamente los spots. Son tantos y están tan encimados unos en otros, y viceversa, que se neutralizan y terminan siendo odiados. Además, su inserción en los medios de comunicación debe responder a lógicas de mercadotecnia, no a esta suerte de expropiación de tiempo-aire.
2.— Es una ridiculez eso de los periodos de precampaña, intercampaña y campaña. Son una simulación. Dos de los contrincantes —AMLO y Anaya— empezaron el proselitismo desde que eran dirigentes de partido, usando abiertamente los spots de Morena y el PAN, respectivamente. Y dado que tanto López Obrador como Anaya y Meade fueron candidatos únicos, la precampaña fue una farsa y la intercampaña lo fue todavía más. Los candidatos hicieron lo que se supone no deberían hacer y el INE los dejó porque impedírselos hubiera sido patético.
3.— Menos dinero. Es un escándalo lo que se gastan oficialmente. Más escándalo si hacemos caso a lo que la consultora Integralia y la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad denunciaron: por cada peso legal en las campañas, circulan 15 pesos por abajo del agua. Lo que gastan es un insulto para 50 millones de pobres que tiene nuestro país.
4.— Deben flexibilizarse los requisitos para los candidatos independientes. Hoy, sólo montados en estructuras de gobierno y partidos, cometiendo ilegalidades, terminan en las boletas… salvo casos heroicos. El ciudadano no debe estar obligado al heroísmo para evitar la partidocracia.
5.— Las redes sociales, antes espacios de convergencia e interesante discusión, son ahora la gran plataforma para la polarización, la violencia, la guerra sucia y las mentiras. Candidatos y partidos invierten en robots, cuentas falsas, usuarios simulados para crear un mundo fantasioso y manipulado que habita Facebook, Twitter y demás. Es una pena.
6.— En esta contienda presidencial mejoraron muchísimo los debates entre candidatos. Estamos obligados a presionar por flexibilizarlos aún más, por fomentar la discusión, por mantener los micrófonos abiertos de todos los participantes sin esa sucesión de interrupciones cada medio minuto, cada minuto, en una obsesión por los tiempos. Como si lo más importante fuera el reloj y no el contraste de ideas. En adelante, menos spots y más debates.
Sólo algunas ideas.
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