El equipo del próximo gobierno de México llegó sin ningún deseo de dar un manotazo en la mesa de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Incluso se estructuró de manera parecida a como funciona el grupo de la administración Peña Nieto: el que lleva el detalle de la negociación es el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, pero es el canciller Luis Videgaray quien maneja la relación en general y por tanto tiene contactos de más alto nivel que sobrepasan los temas estrictamente comerciales. Del lado del lopezobradorismo, está nominado para llevar la negociación técnica Jesús Seade; tiene injerencia también la postulada para ser secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín; y el control más global de la relación bilateral está a cargo del futuro canciller Marcelo Ebrard Casaubón.
Según fuentes involucradas, el equipo de AMLO se ha incorporado a las renegociaciones de una manera que ha sido calificada como abiertamente ideal por quienes llevaban meses en esta tarea tanto del lado del gobierno como del empresariado en el llamado “cuarto de junto”: los de López Obrador están resueltos a sumar, a apoyar, a no estorbar, a cooperar en lo que haga falta, e incluso han adoptado los mismos objetivos: tratar de tener un TLC renegociado este mismo año con los mismos puntos, cláusulas, aceptaciones y rechazos que había marcado la postura mexicana hasta ahora.
Hay un ingrediente adicional: en mayo, cuando parecía que todo estaba listo para firmar la renegociación y a la hora de la hora no sucedió, quedaron resquebrajados los ánimos de los involucrados y el ímpetu con el que estaban trabajando, y se congelaron las pláticas. El ingrediente adicional, que impulsa a un acuerdo, es el duelo de elogios entre Trump y López Obrador, que ha creado una atmósfera muy positiva, según me explican.
Con la administración López Obrador a bordo, la posición de México se ha fortalecido en la mesa frente a Estados Unidos y Canadá. El tema es que para nuestros dos socios, nada ha cambiado. Y sobre todo Trump sigue siendo Trump.
Hoy es un día clave. La reunión de ministros debe mandar señales claras sobre si es posible llegar realmente a un acuerdo en breve. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto quiere dejar como legado el feliz cierre de ese asunto y la administración entrante de Andrés Manuel López Obrador estaría encantada con la idea de que le entreguen con ese asunto resuelto. Hoy, pues, habrá señales claras.
Aunque dentro del equipo negociador de México, quizá surjan obstáculos: antes de que López Obrador arrasara en la elección presidencial, los renegociadores —lo citamos en estas Historias de Reportero hace meses— habían aprovechado la ventana del TLC para incluir algunas cláusulas que amarraran las manos al próximo presidente de México en cualquier pretensión de echar abajo la reforma energética. Falta ver qué dirá AMLO sobre estas camisas de fuerza.
SACIAMORBOS. Y claro, ya están las “venciditas” a ver si la medalla se la colgaría Videgaray o Ebrard.
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