Está documentado hasta la saciedad que Elba Esther Gordillo abusó, se apropió y disfrutó de los recursos aportados por los maestros al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, del que era dirigente vitalicia por autonombramiento. Está documentado que más de mil 900 millones de pesos hicieron escala en sus cuentas personales y le sirvieron para darse lujos de multimillonaria que todo el país vio y condenó durante décadas (Los socios de Elba Esther, Ricardo Raphael).
Aun así, en cinco años la PGR no pudo o no quiso armar un caso sólido en su contra. Los jueces y magistrados aprovecharon cualquier excusa para dar a la poderosa Maestra todos los privilegios, todas las ventajas. La fueron sacando de prisión poquito a poquito, resolución a resolución.
Para revertir la reforma educativa, uno de los puntos centrales de su plataforma electoral, el presidente electo López Obrador cuenta ya con dos brazos operativos de la mayor eficacia, poder e impunidad: Elba Esther Gordillo y la CNTE. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación domina la educación pública en cuando menos cuatro estados del país, los más rezagados en prácticamente todos los frentes. Elba Esther sigue teniendo una enorme influencia en el sindicato de maestros.
El historial y la riqueza de Elba Esther son inocultables. Así que queda claro que la justicia mexicana sigue determinada por motivos políticos. Al gobierno de Enrique Peña Nieto no le interesaba castigar la evidente corrupción de Gordillo, sino desactivar su oposición a la reforma educativa. Ahora que ganó Andrés Manuel López Obrador, esa reforma agoniza y la maestra fue aliada clave de su campaña, así que su liberación responde también al contexto político. Podría decirse que todos los astros se alinearon para que fuera puesta en libertad.
Es una señal más de que el sistema de impunidad establecido por la clase política goza de cabal salud y cuenta con vigor suficiente para sobrevivir a la anunciada cuarta transformación. Napito, Bartlett, Elba Esther sobresalen como garantes.
SACIAMORBOS. Ayer en estas Historias de Reportero presenté una primera imagen histórica, inédita, del momento de la detención de Elba Esther Gordillo, el 26 de febrero de 2013, a bordo del avión privado en que voló de San Diego a Toluca. En el cómodo asiento de piel tipo primera clase, abrazada por una sudadera cómoda con la leyenda Love Struck y un antifaz de dormir para taparse la cara frente a la llegada de las autoridades. Hoy revelo una segunda imagen del mismo día, tomada al poco rato, cuando marinos y agentes de la PGR ya la habían bajado del avión. Aparece en una sala del hangar oficial del aeropuerto, ya bajo custodia de las autoridades federales, esperando su traslado a prisión. Devastada, derrotada, sola, arrinconada, recargada contra la pared en una esquina con la mano en el rostro en gesto de lamentación e incredulidad. Muy diferente a la imagen que proyecta hoy, que ya está libre de toda acusación judicial y cuando su flamante aliado político acaba de ser ungido presidente electo de México. ¿Vieron la foto de Elba publicada por EL UNIVERSAL antier?
historiasreportero@gmail.com