Cada vez los más peligrosos narcos son menos conocidos.
Tras la captura o abatimiento de la mayoría de los criminales que se hicieron más famosos y se volvieron leyenda, nuevos jefes de plaza surgen súbitamente, dominan con un poder insospechado y suelen no tener el “toque” para comandar los cárteles de quienes los dirigieron por años o décadas.
Uno de los casos que encaja dentro de este perfil es el de Hernán Martínez Zavaleta, mejor conocido en Veracruz como El Comandante H. Heredero de las peores prácticas del cártel de Los Zetas, que llegaron a tener bajo su control el estado, El Comandante H era jefe de plaza en Coatzacoalcos y ahí hacía de todo:
No solo dominaba el tráfico de drogas, sino que ya con la “franquicia” posicionada, se había encumbrado como uno de los huachicoleros más poderosos del país y se daba el lujo de extorsionar, secuestrar, ejecutar, cobrar piso y una larga lista de etcéteras que mantenían en pánico a la población y que obran en el expediente en su contra que lleva la Procuraduría General de la República.
Un brochazo: El Comandante H tenía un secretario particular que era como su hijo. Bernardo Cruz Mota alias El Niño Sicario. Lo quería, lo cuidaba, lo entrenaba. Hasta que aparentemente por pugnas al interior de la organización criminal, se lo mandaron matar. Fueron tales la ira y el dolor que El Comandante H cobró venganza identificando a uno de los asesinos de su cercanísimo colaborador y ordenando la ejecución de toda su familia, incluyendo niñitos.
La brutalidad de su desempeño, lo sanguinario de su liderazgo, mereció la atención no sólo de las autoridades del gobierno local, sino que El Comandante H se volvió prioridad en las áreas de inteligencia del gobierno federal: a él atribuían buena parte del descontrol de la seguridad en Veracruz.
El golpe final lo dio la Agencia de Investigación Criminal.
Según fuentes oficiales, El Comandante H había comido en uno de los famosos y muy cotizados restaurantes del hotel Presidente Intercontinental sobre la calle de Campos Elíseos de la exclusiva zona de Polanco en la Ciudad de México.
Era finales de junio. Ahí las autoridades federales empezaron un seguimiento muy estrecho para reconocerlo e identificarlo plenamente: a los cuatro días lo detuvieron en Villahermosa, Tabasco. Estaba en el hotel Holiday Inn, acompañado de otros dos hombres presuntos operadores de su grupo delictivo.
Siempre según las mismas fuentes, el comando de alto nivel de la PGR encargado de capturarlo llegó cuando el objetivo estaba en su cuarto, y simplemente esperaron a que se fuera del lugar. Lo aprehendieron saliendo a bordo de un vehículo con sus dos colaboradores.
Su primera reacción fue vociferar con soberbia. De acuerdo con los informes de quienes ahí estuvieron, El Comandante H dijo a los agentes federales que no sabían con quién se estaban metiendo. Sí sabían. Lo sabían tan bien que altos mandos de la Agencia de Investigación Criminal fueron a la operación. Cuando El Comandante H se dio cuenta de esto, otra fue su actitud.
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