Pequeñito de estatura, con el rostro como comprimido, bigote ralo, asomados los dientes, salió corriendo de la casa donde se escondía en Nuevo Laredo, se trepó a una bicicleta de niño y empezó a pedalear tan duro como le dieron las piernas.
—¡Ardilla! —le gritaron sus captores.
Salvador Alfonso Martínez Escobedo cometió el error de voltear. Respondió al llamado. Los integrantes de las Fuerzas Especiales que lo perseguían supieron que era él. Rápido lo rodearon y detuvieron.
Fue en octubre de 2012. Así me lo revelan fuentes oficiales.
Al Comandante Ardilla lo buscaban porque era el jefe regional del cártel de Los Zetas en toda la zona noroeste del país. Le atribuían la autoría de la masacre más sonada del sexenio de Felipe Calderón: la de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. También la fuga de más de 280 reos de los penales de Piedras Negras, Coahuila, y Nuevo Laredo, Tamaulipas.
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Pero lo más relevante de los operativos para dar con el Comandante Ardilla no fue el resultado exitoso de su captura, sino lo que encontraron detrás de un espejo en una de sus casas que catearon: un bonche de fotografías del día de su boda
¿Por qué eran relevantes? Según las mismas fuentes, porque durante muchos años las autoridades persiguieron a los líderes de Los Zetas sin saber cómo eran físicamente. Las imágenes que tenían de ellos eran muy, muy viejas. Y a la boda del Ardilla habían ido todos. Y Los Zetas, que siempre tomaron la precaución de no dejarse retratar, se tomaron muchas fotos en la fiesta. Ahí estaban todos: Heriberto Lazcano, alias El Lazca (en esta columna se publica una de las fotos en la que aparecen los novios con este líder zeta); Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, y su hermano, Omar Alejandro Treviño Morales, El Z-42; Carlos Alberto Oliva Castillo, alias La Rana; Jorge Luis de la Peña Brizuela, apodado El Pompín; Mauricio Guízar Cárdenas, alias El Amarillo; Fernando Galaviz, conocido como El Pinky; Jorge Santos Salazar, de sobrenombres El Winnie Pooh y El Gallo, y Francisco Medina Mejía, alias El Quemado. Con el paso del tiempo, todos fueron cayendo presos o abatidos. De todo el álbum, el último que faltaba fue detenido hace unos días en la conocida colonia Roma de la Ciudad de México: José María Guízar Valencia, El Z-43.
SACIAMORBOS. ¿Cómo va a reclamar Ricardo Anaya la corrupción de los aliados priístas de José Antonio Meade? ¿Cómo va a presumir que su grupo no es el de López Obrador, que se alía con personajes repudiados como Gordillo, Napito, Bartlett, Vallejo, Bejarano? Hasta el cierre de esta columna, tiene pie y medio en la lista de candidatos del Frente al Senado José Ricardo Gallardo Cardona, heredero de la cuestionada dinastía potosina autonombrada La Gallardía, acusada de todo lo imaginable. Todo. Se ve que cada quien está haciendo su lista de impresentables. Gran noticia para los ciudadanos. Ajá.
Foto: El Comandante Ardilla con Heriberto Lazcano, El Lazca, en la boda del primero.
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