Carlos Loret de Mola

El expediente Capufe y el cirujano del hacha

Un sitio en el que puede hurgar el presidente López Obrador en su cruzada anticorrupción es en Caminos y Puentes Federales, Capufe. Desde el sexenio pasado, autoridades hacendarias detectaron algo que les resultó sorprendente. Les llevó a concluir, aunque no hubo denuncia, que en Capufe había corrupción.

07/03/2019 |02:01
Redacción El Universal
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Un sitio en el que puede hurgar el presidente López Obrador en su cruzada anticorrupción es en Caminos y Puentes Federales, Capufe. Desde el sexenio pasado, autoridades hacendarias detectaron algo que les resultó sorprendente. Les llevó a concluir, aunque no hubo denuncia, que en Capufe había corrupción.

Cada vez que Banobras licitaba la operación y mantenimiento de una carretera que solía ser manejada por Capufe, los ingresos de dinero en las casetas aumentaban 20% en un par de meses y los costos de mantenimiento se reducían drásticamente.

¿Qué les decía eso? Que cuando Capufe tenía bajo su control dicha carretera, se despachaban con la cuchara grande quedándose con una lana de los peajes y poniéndole sobreprecios al mantenimiento para lo mismo. Como nunca hubo una denuncia formal al respecto, los entonces funcionarios de Capufe no tuvieron derecho de réplica.

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La llegada de la autodenominada Cuarta Transformación al poder tiene ahí una veta para seguir animando la narrativa presidencial del combate a la corrupción.

Pero poner el foco en Caminos y Puentes Federales puede resultarle también en cuestionamientos por algunas de las cosas que han estado pasando en las carreteras administradas por el gobierno federal.

Primero, la intención de fomentar más el pago con dinero en efectivo en las casetas, señalada como una de las estrategias del actual sexenio, disminuye los controles, favorece las transas y hasta puede servir de escondite al lavado de dinero. Sea o no la intención oficial.

Y segundo, la política de “tolerancia” a manifestantes que le son afines al gobierno lopezobradorista que toman casetas, cobran directamente a los coches y se quedan con el dinero del presupuesto público. Tan solo este fin de semana, el movimiento que exige la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa tomó la caseta México-Cuernavaca. Personas encapuchadas cobraron 50 pesos por coche y en vez de recibo, entregaban un volante. También el fin de semana, el secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, platicó con líderes sociales de su natal Sonora para desactivar bloqueos carreteros.

Permitir que un grupo tome una caseta y cobre el peaje –que es dinero de todos los mexicanos– es también una forma de desviar recursos y puede ser también una nueva forma de financiamiento desde el Estado a movimientos que le son afines: solo les dejan por horas la caseta y el control de la pluma, que con eso tienen y mucho.

SACIAMORBOS

Todos sabemos que nuestro paciente está gravemente enfermo. Ya va en la camilla rumbo al quirófano, y en eso vemos entrar al cirujano con un hacha. ¿Qué diríamos? ¡No, por favor! ¡No use el hacha, use el bisturí! Y el cirujano contesta: pero es que el paciente está muy grave, hay que tomar medidas de fondo, radicales…

De pronto parece que frente a un problema, la solución que encuentra la autodenominada 4T es sacar el hacha en vez del bisturí. ¿Huachicol? ¡Cierren los ductos! ¿Corrupción en varias estancias infantiles? ¡Córtenles el dinero a todas! ¿Refugios para mujeres violentadas ineficientes? ¡Se acabó el financiamiento a todos los refugios! La política del cirujano del hacha.