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Esta semana sorprendió el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, una de las figuras que le quedan al casi extinto PRD. Hizo dos anuncios: dijo que ya no tenía dinero para pagar la nómina de maestros el resto del año y planteó que mejor el gobierno federal tome el control de la educación en Michoacán.
Para un presidente electo que da muestras de querer acapararlo todo, la oferta de Silvano Aureoles es una manzana que por fuera se ve reluciente y jugosa, pero por dentro está envenenada de una sustancia a la que Andrés Manuel López Obrador no parece capaz de resistir.
Un poco de contexto: en todos los estados del país la mayor parte de los maestros reciben su pago del gobierno federal y los demás son pagados por el gobierno del estado. En las entidades donde la CNTE tiene fuerte presencia, es mayor este porcentaje de maestros cuyo sueldo paga el gobierno local. Es el caso de Michoacán. En los últimos años, Michoacán ha llegado sin dinero al final del año y Hacienda le da recursos extraordinarios para que cubra la nómina de maestros. Este diciembre esa decisión no es de la administración priista, con la que el perredista Silvano Aureoles ha tenido extraordinarias relaciones, sino con la gestión de López Obrador, quien ha sido histórico rival de Aureoles desde que ambos coincidían en el PRD.
Así que Aureoles puso sobre la mesa una propuesta audaz: que la Federación absorba a todos los maestros michoacanos y con ello controle por completo la educación en un bastión de la CNTE.
Para López Obrador resulta una deliciosa tentación que miles de maestros más reciban su pago directamente de su administración, sobre todo si quiere motivarlos electoralmente o anclarse en ellos para derogar la reforma educativa. Esa es la manzana por fuera.
El veneno es que eso cuesta muchísimo dinero. En el caso de Michoacán, cuando menos, cien mil millones de pesos. Y si siguen el ejemplo de Aureoles otros gobernadores que quieran desentenderse de la pesada nómina de maestros, es más y más dinero.
Ese es el punto débil del presidente electo. Su apetito por gastar en rubros que pueden ser moralmente inobjetables y que son electoralmente deseables, pero que si no tienen una fuente de financiamiento clara lo van a meter en el problema económico de su vida. Él sigue hablando como si el barril del presupuesto no tuviera fondo. Dice que ya nos explicará de dónde va a sacar el dinero. Vamos a ver si le salen los números.
La Federación está obligada a responder al gobernador. El asunto puede llegar a la Suprema Corte. Vamos a ver hacia dónde pita el tren de la Cuarta Transformación.
SACIAMORBOS. A ver qué hacen los entrantes con la investigación que dejan abierta los salientes sobre el polémico senador minero. Lo que lleva hasta ahora revela vínculos políticamente explosivos.
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