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Cuando las autoridades federales desplegaron un operativo con elementos de élite para salvar de la extinción a la vaquita marina, ubicaron a un hombre como su principal enemigo: Oscar Parra Aispuro. En el argot militar y policiaco le decían “El Chapo de la Vaquita”.
Según los informes de inteligencia de la Gendarmería Ambiental de la Policía Federal, de la Marina, del Cisen y de la PGR, a los que tuve acceso a lo largo de una investigación de más de un año, Oscar Parra Aispuro es la cabeza de una organización criminal que pesca de manera ilegal la totoaba, vende su buche a traficantes de China donde se comercializa en el mercado negro a altísimos precios, y en el camino mata a la vaquita marina que queda atrapada en redes tendidas clandestinamente bajo el mar.
Oscar Parra Aispuro, apodado El Patrón, Tekle o Tekolín, se volvió un objetivo todavía más relevante después de que la procuraduría de Baja California lo ubicó como el presunto responsable de haber matado a un soldado del Ejército mexicano en la comunidad de San Felipe, al sur de Mexicali. El video de las cámaras de seguridad que retrataron el hecho se volvió viral.
Desde entonces hubo operativos para tratar de dar con él en viviendas y negocios que se presumían de su propiedad o donde pudiera localizarse, pero todos fueron fallidos. Se supo que contaba con una amplia red de protección que incluía policías y autoridades locales y estatales.
Finalmente, según me revelan fuentes de la PGR, a eso de las seis de la mañana de hoy jueves, la policía estatal detectó dos vehículos detenidos en la carretera San Felipe-Mexicali, aparentemente por una descompostura. Según esta versión, al acercarse notaron que las personas a bordo estaban fuertemente armadas, las pusieron a disposición y entonces identificaron que uno de ellos era Oscar Parra.
Ya sabremos si la PGR logra presentar ante el juez un expediente robusto contra el hombre más buscado por el asunto de la vaquita marina.
Según los informes recabados por las autoridades federales y estatales, por un kilo de “buche” (así se conoce a la vejiga natatoria) de totoaba la organización paga 4 mil dólares a los pescadores en las comunidades de San Felipe y Santa Clara, en el Alto Golfo de California que divide a Baja California de Sonora. Luego lo vende hasta en 100 mil dólares en Hong Kong, donde los millonarios lo sirven en sopa en las bodas de sus hijas, como un símbolo de estatus al que se le atribuyen poderes curativos y afrodisiacos.
La totoaba es un enorme pez que mide más o menos lo que una vaquita marina. Las redes que sirven para capturar totoaba atrapan también a la vaquita marina y los especialistas atribuyen a esto que el único cetáceo mexicano esté al borde de la extinción. Se calcula que quedan entre 15 y 30 ejemplares.
Por eso el operativo especial del gobierno federal para contener la extinción de la vaquita se centró en prohibir la pesca en una amplia zona del Alto Golfo de California, donde se considera el hábitat de esta especie protegida.
Mientras muchos pescadores guardaron sus redes y embarcaciones, a pesar de que la compensación económica que recibieron del gobierno los mantuvo con graves apuros económicos, hubo otros que siguieron pescando de manera clandestina en contubernio con autoridades corruptas, se presume, orquestados por la organización comandada por Oscar Parra.