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"No confío en los bancos. Poner dinero en una cuenta no me brinda ningún beneficio, ¡y no tengo mucho dinero de todos modos!". Esa fue la respuesta de una persona que conocí mientras comía un delicioso taco en una calle de la Ciudad de México. Seguramente, como muchas otras personas, era alguien que no creía que la inclusión financiera pudiera mejorar vidas. "Incluso si alguien abre una cuenta a mi nombre, no la usaría porque recibo mi salario y pago todo en efectivo", aseguró esta persona. Al igual que él o ella, existirán muchos otros que estén en desacuerdo con lo que diré a continuación, pero creo firmemente que tener una cuenta bancaria es útil y que la inclusión financiera es un habilitador clave para propiciar el desarrollo económico. De no ser así, ¿por qué los países emergentes están desarrollando políticas con la finalidad de promover la inclusión financiera? Analicemos estas políticas y sus resultados para ver qué puede aprender México de ellas.
Desde mi punto de vista, la inclusión financiera tiene dos aspectos centrales: uno es proporcionar acceso a servicios financieros, y el otro es promover la participación de los usuarios en esos servicios. Por ejemplo, la persona que conocí comiendo tacos puede tener una cuenta bancaria, pero si no la usa, esta no sirve para nada. Esto no es inclusión financiera.
Para poner esto en perspectiva, comparado con otros mercados emergentes, India ha tenido mucho éxito en cuanto a la apertura de cuentas bancarias. Entre los diez países en vías de desarrollo más grandes del mundo, India tiene hoy la mayor proporción de personas con una cuenta en una institución financiera. El número de cuentahabientes en India ha aumentado de 35 % en 2011 a 80% en 2017, teniendo en cuenta solo a la población adulta. Además, también ha logrado reducir la brecha de género en la proporción de titulares en seis puntos porcentuales en comparación con 2014. Actualmente, 83 % de los hombres y 77 % de las mujeres tienen una cuenta bancaria. Esta es una historia de crecimiento exponencial.
Este incremento se ha apalancado en dos ejes principales: las políticas favorables y los programas gubernamentales, junto con la atención constante del banco central en las regiones no bancarizadas. Como resultado, India se ha colocado a la vanguardia en cuanto al crecimiento mundial en temas de inclusión financiera. Sin embargo, no todas las noticias son buenas. Uno de los principales desafíos radica en si se usan o no las cuentas, así como el nivel de participación de sus usuarios. Aproximadamente, la mitad de los titulares no hacen uso de ellas. De hecho, el porcentaje de cuentahabientes inactivos es de 48 %, el más alto del mundo. Esta proporción de cuentas inactivas revela que las afirmaciones sobre el crecimiento de la inclusión financiera en India son solo superficiales.
Lo anterior da pie las preguntas ¿por qué hay un uso tan bajo? ¿Faltan incentivos reales para usar redes bancarias formales o es necesario un entorno favorable de punto a punto para usar los servicios bancarios? Análisis y entrevistas sobre el tema me llevaron a las siguientes conclusiones. Lo que sucede es que las personas reciben su salario en efectivo y, por ende, se limitan a gastar en establecimientos que solo aceptan efectivo. Además, hay pocas sucursales de bancos, cajeros automáticos, agentes y otras infraestructuras de servicios financieros. Estas situaciones en conjunto hacen que los cambios necesarios para que los cuentahabientes comiencen a usar los bancos sea un reto debido a importantes desafíos logísticos y operativos.
Los teléfonos móviles y otras tecnologías digitales se han promovido como un método alternativo para propiciar el uso de los servicios bancarios, con la finalidad de hacer frente a estos retos. No obstante, existe una profunda desconfianza en el uso de estos dispositivos para realizar transacciones en las zonas rurales. La falta de acceso a servicios como la electricidad o la penetración insuficiente de internet obstaculizan la conectividad, lo cual dificulta sobremanera la adopción de servicios de banca móvil. Como resultado de lo anterior, en India, el acceso a los servicios financieros a través de teléfonos o internet, los pagos digitales o la utilización de carteras digitales o e-wallets son significativamente inferiores respecto a lo que ocurre en otras economías en vías de desarrollo. Por ejemplo, apenas 5 % de los indios tienen una cuenta en una institución financiera desde su teléfono o a través de internet; mientras que solo 2 % de la población tiene una cartera digital.
En el caso del África subsahariana, por ejemplo, donde existe un entorno más fuerte de servicios de punto a punto, el 21 % de los adultos tenían una cuenta de cartera digital en 2017, la proporción más alta en todo el mundo, lo que revela además un aumento de 50 % respecto de las cifras registradas en 2014. Los pagos digitales están muy generalizados en esa región (97 % de los adultos en Kenia utilizaron en este tipo de servicios en 2017), mientras en Sudáfrica el número alcanza 60%. En cambio, la India apenas llega a 29%.
El resultado de todos estos factores es que la proporción de la población en India que usa su cuenta bancaria sigue siendo muy baja. Si entendemos la inclusión financiera como un mayor acceso y participación en productos de servicios financieros vemos, que a pesar de que los indicadores de penetración son extremadamente buenos, los de participación se quedan rezagados. Esto se debe al enfoque que se dio a su política: mejorar el acceso sin mejorar la participación.
México no debe cometer el mismo error. Por ello, debe centrarse en proporcionar acceso y promover la participación simultáneamente para obtener todos los beneficios de la inclusión financiera.
La inclusión, como sabemos ahora, no se trata solo de conseguir que las personas abran cuentas. Se trata de crear un ecosistema en el que la gente comience a usar los servicios financieros y empiece a confiar en los bancos. Las personas comenzarán a utilizarlos si ven una ventaja real en el uso de las cuentas bancarias o si comprueban que pueden integrarlos de manera natural en su vida actual, al tiempo que resulten fáciles de entender y de usar. ¿Qué políticas específicas promueven algo así? Esto es un tema que falta abordar detenidamente, pero tengo la esperanza de que, si esto se tomara en cuenta, las personas como la que conocí en el puesto de tacos tendrían una historia muy diferente que contar.