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El mundo empresarial representa una gran oportunidad para promover el empoderamiento de la mujer y la equidad de género. Cuando la igualdad y la inclusión son ejes rectores de una organización, se producen cambios significativos en el lugar de trabajo, pero también en los hogares y en el interior de cada persona.
Es fundamental incorporar en los valores de la empresa y en cada uno de los procesos una perspectiva de género hacia adentro y hacia afuera.
Hacia adentro me refiero a la creación de ambientes laborales libres de discriminación y a la implementación de políticas corporativas que impulsen la igualdad de oportunidades y el desarrollo de las mujeres durante todas las etapas de su vida, así como el balance entre el ámbito profesional y personal de todos los integrantes de la organización. Hacia afuera me refiero a mantener la congruencia entre los valores de la empresa y las acciones que se llevan a cabo en cada etapa de la cadena de valor.
Las compañías de productos de belleza y cuidado personal pueden ir un paso más allá. Tienen mayor potencial para generar un cambio significativo hacia el mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres, ya que son una plataforma muy efectiva para compartir un mensaje de empoderamiento. La publicidad es una herramienta poderosa que influye en actitudes sociales, reforzando ideas y maneras de entender el mundo. Como son productos que las mujeres utilizan todos los días, pueden promover en sus campañas valores como el respeto, la tolerancia y la igualdad. La historia detrás de estas marcas puede ser una de libertad, de mujeres fuertes y asertivas que se escapan de estereotipos arcaicos basados en roles rígidos de género.
A pesar de que hay ciertas marcas que promueven el empoderamiento femenino, todavía estamos expuestos a demasiados mensajes sexistas. Me parece inconcebible la actitud que tuvo L’Oreal con Aislinn Derbez: no le permitió anunciar también productos de higiene íntima porque, a su juicio, son incompatibles por no enaltecer la feminidad y la hermosura de la mujer. Al degradar procesos naturales como la menstruación, no sólo está discriminando a la actriz, sino a todas las mujeres.
Las empresas de productos para la mujer tienen una mayor responsabilidad en esta causa. Basta de tratar como objetos a las mujeres; perpetuar roles tradicionales de género; fijar estándares de belleza estrictos y ejercer presión para verse y comportarse de cierta manera. Es momento de ponerle fin a la creencia de que las mujeres son imperfectas y constantemente tienen que esforzarse para cumplir con estereotipos que, además, están definidos por una lógica masculina.
En ningún momento las empresas deben desvalorizar a las mujeres. Al contrario, deberían aprovechar su posición y las herramientas a su alcance para promover un mensaje que las motive a sentirse bien con su cuerpo y a salir del molde tradicional para ser ellas mismas; recordarles cada día que ser mujer es un gran orgullo.
Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes