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Cada día surgen más herramientas para establecer vínculos y crear metodologías que aproximen distintas disciplinas. Así lo hizo el lingüista estadounidense George Kingsley Zipf, quien elaboró un análisis estadístico para determinar cuáles fueron las palabras más empleadas por James Joyce en la escritura de Ulises.
El resultado de aquel estudio —como me explicó mi amigo, el físico Gerardo García Naumis— sirvió como evidencia para determinar la relación que existe entre el rango de una palabra en un libro (el lugar que ocupa entre las más empleadas) y el número de veces en que se utiliza. Mediante la aplicación de la Ley de Zipf es posible extender nuestro panorama con respecto a las inquietudes recurrentes de un autor, su época y la extensión de su vocabulario frente al uso de lengua de un hablante promedio.
Con ayuda de García Naumis y Elio Roca Flores me fue posible obtener una relación de las palabras más utilizadas por Octavio Paz. Para acometer tal empresa, nos limitamos a los tomos I a XIV de sus Obras Completas, pues el volumen XV está compuesto por entrevistas y exigía un trabajo de depuración mucho mayor que el resto. Por ende, revisamos un total de 7 mil 326 páginas.
El experimento arrojó resultados predecibles: las que ocuparon los primeros sitios fueron adverbios, artículos, conjunciones y preposiciones. Para establecer una mínima guía que permita interpretar la información obtenida es importante atender los criterios que mencionó Gabriel Zaid en su artículo “El futuro de Octavio Paz”: “Sería bueno tener una concordancia de las obras, en dos partes: verso y prosa. Esto permitiría hacer conteos: la magnitud del vocabulario; el sustantivo más usado (…); la frecuencia de los mexicanismos. También permitiría hacer estudios temáticos: su vocabulario del color; significado que da a la palabra otro; referencias a Mixcoac; presencia o ausencia de tales conceptos”.
El primer sustantivo cuya presencia señala una de las obsesiones de Paz es “tiempo”, escrito 4 mil 350 veces; le sigue “poesía”, la cual aparece en 4 mil 332 ocasiones, para luego dar paso a “mundo”, que lo hace en 4 mil 182. Es importante aclarar que estas cifras no se obtuvieron teniendo en cuenta la división que sugiere Zaid, por lo que responden indistintamente a los textos en verso y prosa.
Las siguientes palabras que van trazando la cartografía intelectual de Paz son “México” (3 mil 762) e “historia” (3 mil 538), las cuales se entraman en su ensayística para configurar una estrecha y problemática relación que alcanzó uno de sus puntos de mayor relevancia en El laberinto de la soledad. Algo similar ocurre con “amor” (2 mil 437), uno de los conceptos a los cuales se abocó en La llama doble, otro de sus ensayos emblemáticos.
“Poema” (4mil 138), “palabra” (3 mil 276) y “lenguaje” (2 mil 414) son los ejes sobre los que discurre El arco y la lira, mientras que “crítica” (3 mil 37) y “política” (2 mil 538) fueron temas centrales sobre los que protagonizó diferendos en el debate público. La “libertad” (2 mil 37) y la “revolución” ( mil 424) fueron la mancuerna que guió el famoso “Encuentro Vuelta”, al que concurrieron algunos de los intelectuales más importantes del siglo XX y cuyo principal organizador fue el propio Paz.
Sorprende que “árbol” ( mil uno), palabra imprescindible en su poesía, tenga menor protagonismo que “piedra” ( mil 619). Es curioso también que en la parte final de la enumeración estén otras como “oda” (56) u “opresión” (55), pues también forman parte de los campos semánticos más frecuentados por el autor de Las trampas de la fe.
Este ejercicio constituye un primer paso hacia la titánica tarea propuesta por Zaid, sin embargo, la tecnología ha avanzado lo suficiente para que con el tiempo y el rigor necesarios sea posible cumplirla.