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“Frente a las situaciones difíciles, hay que tomar decisiones y asumir retos, así se construye la historia”.
Hablar sobre los retos a los que se enfrenta y enfrentará el Partido de la Revolución Democrática en el inicio del siglo XXI implica realizar un esfuerzo por comprender, en un primer momento, la historia del movimiento social de izquierda, la construcción de la democracia y sus instituciones en los últimos 29 años en México, no sólo por los acontecimientos que marcaron historia, tales como la entrada a la democracia del Distrito Federal hoy Ciudad de México al realizarse las primeras elecciones para definir autoridades en el año 1997, donde el PRD fue sin duda un actor principal, o la constitución del Instituto Federal Electoral como órgano ciudadanizado responsable de organizar las elecciones en nuestro país, garantizando certeza y confiabilidad en los comicios, consecuencia o reflejo de la influencia histórica que tuvo el Frente Democrático Nacional, hoy PRD.
Durante este periodo el PRD vivió su primera etapa de vida como partido político, una generación completa de liderazgos asumieron tareas históricas a lo largo y ancho de la República, bajo una bandera de lucha, “la conquista de la democracia”, y cumplieron en mayor o menor medida con los objetivos y, como toda organización en proceso de crecimiento, el PRD tuvo que enfrentarse a armonizar su vida interna como instituto y a materializar sus consignas históricas en los territorios donde se volvía de gobierno; esto significó gobernar bajo el paradigma de una generación que había sido perseguida, limitada, encarcelada, donde el Estado constitucional de Derecho era prácticamente inexistente, en aquellos momentos la organización política en cualquier segmento organizado de la población era reprimido.
Hoy el país se encuentra en una situación distinta, si bien la democracia aún debe consolidarse en varios aspectos de la vida pública de nuestras instituciones, también es cierto que se ha logrado avanzar en la creación de alternativas e instituciones propias de un país democrático y frente ello, frente a un PRD del siglo XXI, el balance debe ser sobrio, autocrítico, sin autocomplacencias, comprendiendo que vivimos un momento de transición generacional, que 2018 es trascendente en el sentido de ser el punto cúspide de la influencia de los llamados baby boomer en los proceso electorales, y ello implica tener conciencia de que la agenda de la izquierda partidaria, y en particular del PRD, es o debe ser retomar las consignas inconclusas del pasado inmediato, crear una agenda acorde a la forma de ver y resolver trasngeneracionalmente, y ello implicará una primer gran tarea, reorganizar y resolver los vicios que hoy presenta el PRD, para lo cual hay que tomar decisiones y asumir retos, combatiendo las prácticas clientelares, el corporativismo, la burocratización de la vida interna e imprimirle experiencia con dinamismo, congruencia y compromiso, por lo que estamos trabajando en ello para ofrecer lo mejor a los ciudadanos, recibiendo el cambio de siglo con la madurez y juventud que ello nos exige; la agenda común establecida por los partidos que integran la coalición “Por México al Frente” es una muestra de ello, la madurez política debe reinar ante todo, el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas debe prevalecer en un México que requiere de posiciones y propuestas que unifiquen, no las que dividan polarizando a los ciudadanos, porque más allá de los colores de partido somos un mismo frente, somos un mismo México.
Secretario general del PRD