Las ciencias sociales definen al régimen político como al conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder y su ejercicio, los valores que sustentan esas instituciones; así como su estructura organizadora, incluyendo al conjunto de normas y procedimientos para el acceso y ejercicio de éste, es decir, es un constructo que permea en todos los ámbitos en los que se desenvuelve el hombre en sociedad, el animal político o ciudadano; En consecuencia hablamos de los instrumentos que él Poder utiliza y que corresponde dirigir directa o indirectamente al Estado.
Durante las guerras de conquista Alejandro Magno instrumentaba como uno de los puntos clave para el sometimiento de los pueblos la imposición sutil de la cultura griega, lo que permitía un proceso de transculturización que servía para que los ciudadanos adoptaran una nueva forma de estructura en el pensamiento, la cual lograba amalgamar a los macedonios como la clase dominante, facilitando en el mediano plazo el dominio del pueblo, que al sentirse incluido y parte de un nuevo todo, defenderían como propio a su nuevo gobierno frente a las amenazas que pudieran surgir.
El presidente electo en más de una ocasión se ha referido a su idea de cambiar al régimen y ante nuestros ojos y con su mayoría en el Congreso está en condiciones de hacerlo, la posibilidad y todo lo que ello implica está latente junto con el ascenso de una nueva camarilla que integrará al nuevo grupo en el poder. Las señales debemos tenerlas presentes, como bien se dice "En política no hay casualidades, las historias no son aisladas y siempre van acompañadas" y en esta ocasión más que en otras.
El próximo titular de la presidencia de México ha desarrollado con los años una eficiente estrategia de manipulación social y para ello construye escenarios comunes en la psicología de la masa, colectivizando los sueños o las desgracias, establece percepciones, crea hábitos, genera costumbres, desarrolla prácticas, es decir, va tratando de educar a una parte de la población dentro de la cual siembra ideas susceptibles de la mayor empatía, individualizando las expectativas generadas en la colectividad, sean estas en positivo o negativo, ello depende de la necesidad de aprobación y participación de sus bases en las acciones a legitimar. López Obrador ya como presidente en funciones está en la posibilidad de ajustar, extinguir o crear nuevas instituciones, partiendo desde el cambio de nombre de las Secretarías hasta la creación de nuevas figuras jurídicas que sirvan para controlar a sectores de la sociedad que pueden convertirse en una oposición seria frente al próximo gobierno si estas atentan contra su idea de lo que él llama la cuarta transformación.
El primero de diciembre las relaciones con el Poder en nuestro país serán distintas, los ciudadanos en general y en la izquierda democrática progresista en particular debemos estar atentos, vigilantes, receptivos, ya que la democracia constitucional que conocemos y con ello las libertades conquistadas pueden estar en riesgo y debemos evitar que la centralización política de la que ya ha dado muestras el próximo titular del Ejecutivo se convierta en la restauración del régimen autoritario del pasado en nuestra República, que allanado a consultazos hace creer a algunos en esta idea deformada de lo que es la democracia participativa , tal como como lo ratifica esta última sobre los programas prioritarios, la cual en el fondo oculta la intención de modificar todo el escenario constitucional y las instituciones del sistema democrático, pues pasa por encima de ellas, posibilitando finalmente que la nueva camarilla no tenga oposición alguna para instrumentar los deseos de su líder máximo.